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Por Félix Cortés Camarillo

Queréme así piantao,piantao, piantao
Trepáte a esa ternura de locos que hay en mí
Ponéte esa peluca de alondras 
Y volá, volá conmigo y
Vení, volá, vení…
Astor Piazzolla, Balada para un loco 

No hay plata.

En esa frase se resume el discurso de toma de posesión del presidente de Argentina Jorge Milei, apodado El Loco,  este domingo que pasó. La frase no es desconocida para sus compatriotas: Argentina se encuentra en la crisis más grave de su historia y una de las más impresionantes en el mundo entero. La gran potencia en la producción de alimentos, productor de petróleo, granos y carne de primera, país de elevado nivel de educación carente de miseria, la que no hace mucho le declaró la guerra a Inglaterra por unas pinches islitas simbólicas, está quebrada.

Y a esto ¿qué decís, boludo? Preguntaría un ché votante.

Una solución lo más parecido a la anarquía que Milei sostiene como su bandera ideológica: una reducción drástica al aparato gubernamental. De diecinueve ministerios solamente quedará la mitad, para empezar. Pero comenzará una venta de garaje que pondrá en manos de quien quiera comprarlos todo lo que está en manos del gobierno, no es efectivo y cuesta mucho.

Lo primero que cambiará de manos será el Pemex sureño que allá se llama Yacimientos Petrolíferos Fiscales; luego la televisión del Estado. Y así por el estilo. Un apretarse el cinturón en serio, no como la supuesta austeridad republicana del cuatrote. Aunque, igual que aquí, allá también los burócratas son todos iguales pero hay unos más iguales que otros. La desaparición del banco central, una entidad indispensable en toda la economía moderna, está en la lista.

La inflación, que anda rondando el 140 por ciento –esto es veinticinco veces la mexicana que le rezumba- tiene que ser abatida. Por eso, el aparato gubernamental no solamente verá disminuido su presupuesto, sino especialmente su participación en la economía, para dejar de ser el protagonista y convertirse en un modesto pero efectivo moderador. La anarquía propone prácticamente la desaparición del gobierno; pues este loco, dice, se está acercando a ella y embarca a sus paisanos en ese barco.

¿Qué por qué aceptan esa navegación los argentinos?

Porque están tan en el fondo que ya no pueden aparentemente caer más abajo. La teoría del mal menor y escoger al malo por conocido –que MIlei con estrafalario aspecto, su estridente discurso y su no menos fársico programa de televisión “La Cátedra Milei” con sus palabras altisonantes y sus propuestas bárbaras es bien conocido- que un bueno por conocer. De alguna manera, los argentinos se consolarán porque el dólar norteamericano va a ser su moneda de curso corriente.

Estamos al borde de presenciar un experimento de verdadera transformación, no como la que aquí nos venden. ¿Podrá Argentina, que en su nombre y en de su río epónimo lleva la plata revertir la frase toral del discurso de su presidente loco, loco, loco, el pasado domingo al tomar posesión, como los grandes, en la escalinata del Capitolio bonaerense, no hay plata?

Tardaremos un poco en verlo, pero lo veremos.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Como todas las reuniones del máximo nivel que se organizan para perder el tiempo, la Cumbre del cambio climático allá en el desierto árabe, se quedó en puro bla-bla-bla. Mientras tanto, el clima nos trae agarrados del pescuezo mutando también a lo loco. Los glaciares se siguen derritiendo en los polos y el nivel del mar sigue subiendo, lenta pero irremediablemente, para comerse las costas y las ciudades pegadas al mar. Como Nueva York, Río, Hamburgo, Barcelona y nuestro mártir Acapulco. Cuya desaparición final ya no la veremos los de mi generación.

‎felixcortescama@gmail.com

Fuente:

Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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