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He llegado a la conclusión de que a mí me fregaron mis maestros por haberme enseñado lógica, historia y economía.

La palabra falacia fue un descubrimiento cuando la escuche en voz de mi maestro César Díaz en la Prepa 2 por primera vez, con ella comprendí mucho de cómo funciona el mundo. Ahora las falacias son el recurso más socorrido por los políticos y sus adeptos, y parece que nada más  yo la entendí así.

AMLO se blinda frente a las críticas por su manera errática de actuar, aduciendo que así se debió criticar a los regímenes anteriores, sugiriendo con ello que las críticas hacia él no tienen justificación.

Si algún régimen fue criticado hasta destruir su imagen por completo, que a la postre ha energizado el ascenso de MORENA, ha sido el de Peña Nieto, no obstante, todo los errores de Fox, Calderón, y del propio Peña Nieto, de ninguna manera pueden usarse por siempre como la expiación de las metidas de pata que aún sin ser presidente ya está cometiendo AMLO.

Su discurso “transformador” tiene a la la lucha contra la corrupción como eje central, pero se rodea de personajes cuestionados y los anuncia como miembros de su futuro gabinete atentando de nuevo contra toda lógica.

No requiere comprobación la vinculación entre corrupción, manipulación y autoritarismo, como tampoco se discute que el fin no puede justificar cualquier medio para lograrlo, apareciendo de nuevo la contradicción entre discurso y acción sobre el asunto de los aeropuertos de la Ciudad de México y de nuevo el abandono de la lógica.

Podemos estar de acuerdo en que haber firmado el Consenso de Washington y el consecuente liberalismo económico global tiene enormes defectos y deudas con las esperanzas que se fundaron sobre sus conceptos, pero la realidad es que ahí esta operando un modelo económico al que no vamos a superar nada más porque nos parece injusto, entonces va contra toda lógica negar el sistema operativo de los mercados financieros y empezar a lanzar declaraciones sin ton ni son que a la postre se pagarán con la elevación de los costos de vida que recaerán sobre toda la población a la que se quiere beneficiar como principio doctrinario.

Las políticas públicas  para el desarrollo social aplicadas en el pasado y que no funcionaron, pues no lograron mejorar la calidad de vida de los mas necesitados, tampoco darán resultados si el país no crece. Los incentivos para el crecimiento que permitiría empleos mejores y más remunerados deben ser tan prioritarios o más que el gasto en desarrollo social.

La politización del desarrollo social pensando en la consolidación de un partido político no solo es un desperdicio de recursos sino una pésima asignación de los mismos en virtud de los problemas que nos aquejan. Lo practicó el partidazo por 70 años y el país en términos para el desarrollo continuo igual de mal.

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Vía / Autor:

Carlos Chavarría

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Autor: stafflostubos
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