El Papa Francisco consideró la histórica Conferencia Episcopal, que se celebrará esta semana en la Santa Sede para examinar el abuso a menores en la Iglesia Católica, como un “desafío urgente” de nuestro tiempo. “Desde el jueves al domingo próximos tendrá lugar en El Vaticano un encuentro de los presidentes de todas las Conferencias Episcopales sobre el tema de la protección de menores en la Iglesia. Invito a rezar por esta cita”, dijo al cierre del rezo dominical del Ángelus.
Desde la ventana del palacio apostólico, el Papa destacó que quiso organizar la histórica reunión episcopal sobre el tema de la protección de los menores como un acto de “fuerte responsabilidad pastoral ante ‘un desafío urgente’ de nuestro tiempo”.
Los presidentes de las Conferencias Episcopales de cerca 130 países, los superiores generales de congregaciones y grupos de víctimas de pederastia se reunirán a partir del próximo jueves 21 de febrero con el objetivo de prevenir y combatir el abuso sexual de menores.
Durante el rezo dominical del Ángelus en la Plaza de San Pedro de la Santa Sede, el Papa llamó a los fieles católicos a derrumbar las idolatrías mundanas de nuestro tiempo, que lleva a las personas a entregar su alma en cosas materiales y pasajeras.
“La página del Evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre el sentido profundo de tener fe, que consiste en fiarse totalmente del Señor. Se trata de derrumbar los ídolos mundanos para abrir el corazón al Dios vivo y verdadero”.
Durante el Ángelus del VI domingo ordinario, el Pontífice reflexionó sobre las Bienaventuranzas de Jesús, asegurando que Él nos alienta a no depositar nuestra confianza en las cosas materiales, sino a sanar la miopía crónica que el espíritu mundano nos contagia.
El líder de la Iglesia Católica advirtió contra “los dispensadores de felicidad”, los “vendedores de humo, que son vendedores de muerte”, que prometen el éxito y la solución a todos los problemas. Esas personas llevan “a la idolatría, al sustituir a Dios por un ídolo”.
Reflexionando sobre el Evangelio de San Lucas del día que presenta cuatro bienaventuranzas bajo la expresión “¡ay de ti!”, Francisco aseguró que en ellas “Jesús nos abre los ojos, nos hace ver con su mirada, más allá de apariencias, más allá de la superficie, y nos enseña a discernir las situaciones con fe”.
En su sermón, el Papa explicó que Jesús declara bienaventurados a los pobres, a los hambrientos, a los afligidos, a los perseguidos; y “advierte a aquellos que son ricos, siempre sonrientes, que están saciados, y que son aclamados por la gente”.
“La razón de estas bienaventuranzas paradójicas está en el hecho de que Dios es cercano a aquellos que sufren, e interviene para liberarlos de su esclavitud; Jesús ve esto, ve la bienaventuranza más allá de la realidad negativa”.
De hecho, agregó, son muchos, también en nuestros días, aquellos que se presentan como dispensadores de felicidad: prometen el éxito en poco tiempo, grandes ganancias entregadas en mano, soluciones mágicas a todo problema.
“Y aquí es fácil deslizarse sin darse cuenta hacia el pecado contra el primer Mandamiento: la idolatría, sustituir a Dios por un ídolo. La Idolatría e ídolos parecen cosas de otros tiempos, pero en realidad pertenecen a todos los tiempos”, advirtió el Papa.
Por ello, agregó, “Jesús nos abre los ojos a la realidad. Estamos llamados a la felicidad, a ser bienaventurados, y lo conseguimos en la medida en que nos situamos de parte de Dios, de su Reino, de la parte de aquello que no es efímero, sino que dura para la vida eterna”.
“Las Bienaventuranzas de Jesús son un mensaje decisivo que nos alienta a no poner nuestra confianza en las cosas materiales y pasajeras, a no crear la felicidad siguiendo a los vendedores de humo, que muchas veces son vendedores de muerte, a los profesionales de la ilusión. No les sigas”, subrayó.