Con la ceremonia habitual de colocación de la alfombra roja en el Paseo de la Fama, la Academia de Hollywood comenzó este miércoles la cuenta atrás para la 91 edición de los Óscar, que se celebrará este domingo en el Teatro Dolby de Los Ángeles (EE.UU.).
Tres técnicos de la Academia comenzaron hoy la instalación de la alfombra roja hacia las 10.00 hora local de Los Ángeles (18 horas GMT) ante varias decenas de medios de comunicación que acudieron para cubrir el acto.
Con un tono más cerca del burdeos que del rojo, la alfombra desplegada en la calle Hollywood Boulevard de Los Ángeles mide este año unos 275 metros de largo y algo más de 10 metros de ancho.
La Academia también empezó hoy a desvelar la puesta de escena en la entrada del Teatro Dolby, donde destacan la ausencia de las estatuillas gigantes, un clásico de años pasados, así como unos muros con adornos ondulados en colores ocre y granate.
Además, la carpa transparente para proteger a las estrellas de Hollywood de la lluvia y el viento ya se encuentra en su sitio.
Aunque no se esperan precipitaciones para el domingo, el tiempo en Los Ángeles esta semana está siendo más fresco de lo normal con temperaturas lejos de los 20 grados de máxima y mínimas de entre 5 y 7 grados.
Más de 300 medios de comunicación han sido acreditados por la Academia para cubrir los Óscar, mientras que 735 fanáticos del cine podrán seguir la alfombra roja en las gradas habilitadas por la organización.
Pese a que todavía queda mucho trabajo de chapa y pintura por hacer para que en la alfombra roja luzca todo el «glamour» de Hollywood, en la zona se han dejado notar hoy curiosos y turistas tratando de ver en persona los preparativos de los Óscar.
Las películas «Roma», del mexicano Alfonso Cuarón, y «The Favourite», del griego Yorgos Lanthimos, parten como aspirantes destacadas con diez nominaciones cada una.
Esta 91 edición de los Óscar llega tras una desafortunada temporada para la Academia, que ha tenido problemas de todo tipo para preparar una gala que no tendrá presentador después de que el cómico Kevin Hart, el elegido como maestro de ceremonias, renunciara por unos antiguos tuits homófobos.
Asimismo, la institución anunció y, posteriormente, suprimió un nuevo Óscar a la mejor película popular, y renunció también a presentar algunos premios durante las pausas televisivas de la gala, una medida para acortar la duración de la ceremonia que fue criticada por grandes figuras de Hollywood que lo consideraron un menosprecio para esas categorías.