“Se les olvida que el agua tibia y el
hilo negro ya fueron inventados”
Yomero
Suena bien el proyecto de Estado y Municipio de apostar por darle a avenidas importantes, como lo son Juárez y Ocampo, en el centro de Monterrey, una escala humana al ampliar banquetas, arborizar y reducir el número de carriles de circulación.
Pero…
No por nada las dos arterias por décadas han sido la casa de vendedores ambulantes que se instalan con una simple mesa y ocupan los espacios; la razón es sencilla, en las dos avenidas se concentra buena parte del tráfico del transporte urbano regiomontano.
¿Qué ocurrirá si en ambas calles cancelas uno de sus tres carriles en cada sentido para ampliar las banquetas? Simple: se agravará el ya de por si complicado caos vehicular que padecemos.
Ahí se concentra un buen número de negocios de todo tipo al que únicamente se podrá acudir en camión, porque difícilmente los taxis podrán circular y los autos particulares buscarán la manera de no entrar a aquella locura.
Pero además, ¿cómo van a surtir mercancía las tiendas y restaurantes ante el cierre de carriles?
Dicen que el hombre es el único ser viviente que tropieza dos veces con al misma piedra. Hace cinco años el Municipio de Monterrey y el Estado iniciaron un proyecto similar en la misma avenida Ocampo. ¿Cuáles han sido los resultados?
De poco o nada servirá el esfuerzo de ampliar las banquetas y reducir el número de carriles sin una visión integral en la que se contemple el desvío de rutas, la programación para que tiendas, comercios y restaurantes de la zona puedan surtir mercancía por la noche y no a cualquier hora del día limitando la circulación a un solo carril.
Es bueno el intento, pero como en todas las ocasiones en que han intentado hacerlo, como en la Calzada Madero, el proyecto está destinado al fracaso porque se ve sólo una parte del problema y no bajo una óptica integral.