La epidemia de sarampión en Filipinas continúa su escalada con más 11.450 casos y 189 muertes desde comienzos de año, según los últimos datos del Departamento de Salud.
La mayoría de las víctimas son niños sin vacunar, ya que Filipinas ha sufrido un fuerte descenso de la tasa de inmunización, en parte causado por el escándalo de Dengvaxia, una vacuna contra el dengue que se aplicó en escuelas entre 2016 y 2017 y que se vincula con la muerte de varios niños.
El fabricante de la vacuna contra el dengue, la farmacéutica francesa Sanofi Pasteur, tuvo que admitir en 2017 que acarreaba efectos adversos y que las personas vacunadas que contrajeran dengue por primera vez sufrirían síntomas mucho más severos.
La situación del sarampión es especialmente grave en el área metropolitana de Manila, capital muy densamente poblada con 13 millones de habitantes -alrededor de un tercio en asentamientos ilegales-, con 2.936 casos y 52 muertes.
Con la intención de contener el brote para abril, las autoridades sanitarias emprendieron la semana pasada una campaña de inmunización masiva en todo el país, ya que se estima que unos 2,6 millones de niños no están vacunados.
En total se pretende inmunizar, bien por primera vez o con una segunda vacuna de refuerzo, a unos 12 millones de niños para evitar que aumente la propagación de esa enfermedad, muy contagiosa, que se transmite por el aire, que también está afectando a adultos.
Las autoridades han lanzado también una campaña de información para restaurar la confianza pública en las vacunas, iniciativa que cuenta con el apoyo de conocidas figuras como el popular senador y boxeador Manny Paquiao o el propio presidente, Rodrigo Duterte.
El sarampión es una enfermedad que infecta el aparato respiratorio y sus complicaciones incluyen diarrea severa, neumonía, ceguera e incluso la muerte.