En la mañanera de hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador se desvivió en elogios para el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Carlos Salazar Lomelín: “De primera. Un hombre inteligente, honesto y preocupado por el desarrollo del país”.
Federico Arreola ha escrito un precisa semblanza de Carlos, un personaje muy estimado por la clase empresarial y política de Monterrey. ¿Por qué Andrés Manuel elogió a Salazar Lomelín? Por su discurso:
1.- “Queremos acompañarlo, y quizá sea un pecado de soberbia, pero estamos preparados y capacitados para ayudar en más de lo que usted se imagina”.
2.- “¡Hagamos historia! Nosotros le ayudamos, podemos movilizar a los sectores más organizados de la sociedad para lograr este objetivo” (abatir la pobreza extrema).
3.- “Estoy seguro que el entusiasmo que se ha generado al abordar retos tan complejos como el robo de combustibles será poco comparado con la pasión que puede despertar el combate a la pobreza y la promoción de la inversión”.
4.- “Sabemos bien que cuando actuamos unidos, resistimos los mayores desafíos que puedan presentarse. En contraste, la desunión, el egoísmo y la falta de patriotismo han tenido consecuencias nefastas”.
5.- “Ya basta de excusas para no ser derechos. Ni la ignorancia ni la pobreza deben ser paliativos de la legalidad. Mucho menos la ostentación de poder económico, influencias, compadrazgos o la pertenencia a organizaciones que pretenden que las leyes se apliquen a la medida”.
Andrés Manuel ponderó dos propuestas: la de que mexicanos salgan de la pobreza extrema y ayudar a crecer un 4 por ciento anual. En la mañanera añadió otra: Acabar con la corrupción.
Antes había recordado los malos inicios de Ernesto Zedillo (se cayó la economía 7 puntos, decreció); Vicente Fox, menos cero; Felipe Calderón, 2.4; Enrique Peña Nieto, 1.4. También dijo que el poder adquisitivo de los ciudadanos, en el periodo neoliberal, cayó 75 por ciento.
La XXXVI Asamblea Anual Ordinaria del CCE fue el espaldarazo empresarial que el gobierno de la Cuarta Transformación necesitaba. No hubo, es cierto, ni quejas ni reproches ni cuestionamientos, como cotidianamente sucede con la comentocracia y con grupos opositores de empresarios (The Resistance) o el Grupo Contrapeso.
La química entre Carlos Salazar Lomelín y Andrés Manuel López Obrador apenas empieza.
@ruizjosejaime