Allan Greenspan; destacado economista quien estuvo a cargo de la Reserva Federal de los EEUU en el periodo que fue desde 1987 y hasta 20016. Acosado por diversos medios para que respondiese cómo fue que nadie pudo prever la explosión de la burbuja inmobiliaria que derivó en la crisis de orden mundial surgida de las “hipotecas sub prime”, y que aun hasta nuestros días deja sentir sus efectos en toda la economía mundial, respondió, con cierto cinismo por cierto, que “por desgracia, las crisis sólo pueden ser analizadas retrospectivamente, más aun cuando se vive una época de exuberancia irracional, como fue aquella”.
Viene al caso porque parece que en el gabinete del presidente López Obrador no hay nadie que le explique cómo es que funciona la economía global donde, quiérase o no, estamos inmersos, o bien estamos viviendo nuestro momento de “exuberancia irracional” colectiva.
Se está perdiendo un tiempo muy valioso en juicios sin valor alguno que sólo calientan los ánimos en personas que al final no tenemos control alguno de las circunstancias políticas por las que atraviesa México, pero sí podemos prepararnos para el éxito o el fracaso según se analicen las cosas.
Al igual que en pasado, cuando todo se le aplaudía al ex presidente López Portillo, cuando lanzó su mentada Alianza para La Producción que contrastaba con el discurso clasista echeverrista, de gran encono contra las empresas privadas y la sociedad civil, ahora debemos echar a andar nuestros relojes de la crisis e ir apuntando como lo están haciendo las calificadoras, minutos a favor y minutos en contra del momento del estallamiento de la próxima crisis económica mexicana.
Todas las economías, por definición están, “colgadas de alfileres” como señaló Pedro Aspe ante el llamado error de diciembre de 1994 y esto se debe a que la economía no es una ciencia exacta, que es afectada tanto por la creación de expectativas como por factores reales imperantes y no controlables por nadie.
Nada menos en este momento, el valor de nuestra moneda está siendo definido más por cuestiones externas y el arbitraje internacional, que por factores internos; así que bien podemos fijarle a nuestro reloj de crisis una cuerda para una hora antes del estallamiento.
Este mecanismo es útil para poder ir normando criterios de previsión ante un fenómeno de comunicación de masas que en nada ayuda para unir a la sociedad y estar preparados y no dejarnos engañar por voceros de todo tipo que ahorita lucran con la anarquía informativa imperante.
Por ejemplo. La reciente medida de aumentar los salarios mínimos en la frontera, que nada tiene de vinculante legal con los salarios contractuales, ha provocado una ola de emplazamientos que contaminará a todo el país y, sin lugar a dudas, nos acerca en el reloj de la crisis, en este caso por el impacto inflacionario y el desincentivo a las inversiones.
Los programas clientelares del régimen destinados a formar y modelar, la tendencia electoral del 2021 a favor de MORENA, hasta ahorita se han hecho con reacomodos del gasto social que ya existía en múltiples programas similares y como tales son neutros al reloj de la crisis, pero ante una economía que no crecerá, presionarán el déficit público y su efecto se revertirá sobre nuestro reloj a partir del tercer trimestre del 2019.
Las perspectivas negativas de las calificadoras para la deuda de PEMEX y la soberna del propio gobierno federal, elevarán las tasas de interés aplicadas al caso y eso presionara por sacarle más dinero a la sociedad para sostener la ficción de aquel gasto social, lo que a no dudar agregará presiones negativas al reloj.
La lucha contra la corrupción que trata de vender López Obrador como emblema de su administración, si se tradujera en una reingeniería de los procesos y malas prácticas y no quedara sólo en pirotecnia verbal populachera, agregaría minutos muy importantes en contra de la crisis futura.
La creación de la Guardia Nacional es seguro que logre triunfos importantes para apaciguar la violencia producida por la inseguridad y en general favorecerá al ambiente económico, y en consecuencia nos aleja de la condición de crisis.
Tratemos cada uno de nosotros de analizar sin apasionamientos los posibles efectos económicos intrínsecos y derivados de la profusión de medidas que todas las mañanas anuncia nuestro presidente para evitar que la crisis nos tome por sorpresa.