La pasión por el futbol es algo que nace y algunas veces también se hereda. Lo que genera el balompié provoca sentimientos indescriptibles que unen a las personas y se transmite en felicidad dentro del terreno de juego. Tal es el caso de Pamela Verdirame, la delantera del Monterrey, que vive un sueño con su familia rayada.
Todo viene desde su padre, Sergio Verdirame, un ídolo de La Pandilla que le ha enseñado a su hija lo que representa defender los colores azul y blanco. «Siempre hemos sentido estos colores. En mi familia todos son Rayados. Somos una familia muy futbolera y es algo que nos une a todos», dijo a ONCE.
La presión en ella no existe por tener un apellido memorable, al contrario, es una motivación por tener la oportunidad seguir los pasos de su papá y llegar a hacer historia con las Rayadas. «Me encantaría que me quieran como lo quieren a él. Me causa motivación. Yo soy otra persona diferente a él. Trato de aprenderle lo mayor posible y trato de escucharlo. Lo veo como una motivación para llegar a ser referente».
No por nada ahí encuentra su fuerza para llegar cada vez más lejos. El reto con Rayadas es conseguir el título, y en algún momento, llegar a Selección Mexicana. La ilusión, las ganas y el deseo están más latentes que nunca para Pamela, sobre todo por el orgullo que le representa el ser parte de este grupo y el apoyo que en su casa le dan.
«Mi familia siempre ha sido mi motivación más grande. Siempre me apoyan muchísimo, siempre están presentes. Para mí su apoyo es importantísimo. Tenerlos cerca y que me estén alentando a seguir es algo que se necesita.
«Claro que lo pensé (ser profesional), pero fue algo que veía lejano. Sabía que iba a existir esto y yo quería aportar algo para las futuras generaciones. Me sorprendió que surgiera esto y estoy muy contenta. Siento la responsabilidad por defender estos colores». Lo imaginó como hincha albiazul, y ahora, vive su sueño como jugadora de la institución.