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En estos días hemos escuchado en todos los medios informativos, periódicos y redes sociales, el trabajo realizado por el Presidente de la República, el Lic. Andrés Manuel López Obrador, durante sus primeros 100 días de gobierno.

Asimismo, en el transcurso de los sexenios de la mayoría de los que ostentan un cargo público en todos los rincones del país, hacen referencia a estos 100 días, elogiando o exponiendo el trabajo que se ha realizado, demostrado a su vez, que en poco más de tres meses, los objetivos o promesas de campaña se van consolidando.

Pero, ¿por qué debe ser a los 100 días, y no a los 50, 99 o algún otro lapso de tiempo? Estoy convencido que todos hemos escuchado este término, sin embargo, muy pocos saben el porqué, y a continuación lo expongo.

El periodo de los “Cien Días”, Cent-Jours en francés, o también conocido como la Campaña de Waterloo, tienen su antecedente del 20 de marzo de 1815, cuando Napoleón regresaba a Francia, es específico a París, después de su exilio en la Isla de Elba, hasta el 28 de junio de 1815, fecha de la segunda restauración Borbónica de Luis XVIII como rey de Francia.

Pero, ¿a qué se refiere? Napoleón, como se mencionó, fue desterrado a la Isla de Elba, el 11 de abril de 1814, lo anterior, derivado del Tratado de Fontainebleau firmado por Austria, Prusia, Gran Bretaña y Rusia, donde se estableció que Bonaparte debía vivir en exilio; posteriormente logró fugarse retomando el poder absoluto durante Cien Días, los últimos de Bonaparte en el mando. Dice la bibliografía, que este acto atemorizó a gran parte de Europa, por lo que las naciones formaron una nueva coalición para intentar derrocarlo, con miras a que fuera la última vez, el encargado de dicha acción fue Arthur Wellesley, mejor conocido como el Duque de Wellington, quien con todo el poder Europeo que estaba en contra de Bonaparte, culminó en la batalla de Waterloo en 1815.

Cabe mencionar que como datos curiosos, al desterrar a Napoleón, se le exilió como Soberano de Elba y se le mantuvo el título de emperador, aparte le dieron un estipendio de dos millones de francos, además de que previamente sufrió un intento de asesinato y quiso suicidarse pero no lo logró; ya después de su derrota el Waterloo, fue nuevamente exiliado pero a la Isla de Santa Elena donde estuvo hasta su muerte en el 5 de mayo de 1821.

¿Cómo ven?, ¿les quedó claro? Va de nuevo, pero más explicado. Napoleón fue exiliado y durante 11 meses observó lo que sucedía en Francia, además de ver que la situación europea era peligrosa, tanto que las demandas del zar de Rusia, Alejandro I, habían puesto al borde de la guerra a las potencias en el Congreso de Viena. Fue entonces que Bonaparte se entera, por sus espías, que los monárquicos de París y Viena querían deportarlo a las Azores (grupo de islas) y, si era posible, asesinarlo, por lo que con toda la astucia que se caracterizaba en Napoleón, aprovechó un descuido de la guardia y se embarcó con aproximadamente 600 hombres, desembarcando cerca de Antibes, localidad francesa. Posteriormente su tropa fue creciendo hasta llegar a convertirse nuevamente en ejército. Fue así como entró a la capital francesa, de donde Luis XVIII escapaba de manera inmediata. Entonces comenzaban los mencionados últimos Cien Días de Bonaparte en el poder. Teniendo en cuenta que su posición política era débil, todas sus actuaciones debían ser por las armas, por lo que Francia y Europa se tomaron muy en serio esto. Es así como Napoleón se lanzó al ataque, donde sucumbe de manera definitiva en la batalla de Waterloo. Ahora bien, la expresión Cien Días se usó por primera vez por el prefecto de París, el Conde de Chabrol, en su discurso de bienvenida a Luis XVIII.

Por otra parte, quedando claro el primer antecedente de este lapso de tiempo, la utilización inmediata de este término se refiere al siguiente siglo, con el trigésimo segundo presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, en 1933, en medio de una gran crisis económica, donde el plazo fue una muestra de colaboración y anuencia del Congreso ante la Gran Depresión. Hoy en día no es de una manera tan extrema como la de ese entonces, pero tiene sentido cuando un presidente entrante tiene la popularidad máxima en este período, además de tener más margen de desempeño en el Congreso, por lo que muchas personas lo manejan como la luna de miel de los gobiernos entrantes.

Un dato interesante, es que en los Cien Días en 1933 en Estados Unidos, el Congreso aprobó 15 leyes que aportaron de manera positiva a esta nación, dando trabajo a miles de desempleados y tranquilizando, o haciendo llevadero el pánico bancario que existía, fundando los cimientos del llamado New Deal. Pero en estricto sentido, los verdaderos cien días se dieron entre el 9 de marzo y el 16 de junio de 1933, durante la sesión extraordinaria del Congreso, teniendo en cuenta que Roosevelt llevaba 5 días de presidente, cuando empezó la cuenta.

Es así que el nuevo presidente, al recibir a la Nación en medio del caos total, con las bolsas de valores cerradas, los bancos quebrados, con una pérdida de un tercio de la riqueza, con el país apunto del colapso, muchas personas recomendaron que tomara decisiones dictatoriales, a tal grado que su propia esposa le recomendaba que no era mala idea ser un dictador, pero un dictador benévolo; él en cambio, nunca optó por medidas extremas, se apoyó en el congreso empujando reformas y buscado el apoyo de los americanos. Se cuenta también que, en ese lapso, tuvo pláticas solicitando a sus amigos que no sacaran todo el dinero de los bancos y que confiaran en las medidas que estaba tomando para superar la crisis, y así fue, logró superarla, y por supuesto, en ese período una infinidad de periodistas le hacían comparaciones con Napoleón Bonaparte.

Fue entonces que, por medio de Roosevelt, se daba comienzo nuevamente a los Cien Días, pero ahora con una manera de presión al Congreso y para ganarse a todos y cada uno de los ciudadanos, ofreciendo un plazo corto y efectivo de actuación. Por ejemplo, las primeras leyes que se aprobaron en este período en 1933, fueron lo que dio el control del sistema bancario al presidente: acabar con el patrón oro, obras públicas para construir carreteras, subsidios para los granjeros, se creó la primera regulación financiera, así como tasas al alcohol, entre otras. Cabe mencionar que todas estas iniciativas las aprobó el Congreso, curiosamente con muy poquito debate, por lo que, sin duda, el plazo “ordenado” rindió sus frutos, además de que el presidente tuvo empatía hasta por los grupos conservadores y por supuesto, entre los republicanos.

Ahora bien, para México existen indicios que fue Luis Echeverría Álvarez quien siguió con esta tradición de hacer el balance de los 100 primeros días de gobierno, lo anterior, con la finalidad de hacer diferencia con mandatos anteriores, por lo que a partir del comienzo de ese tiempo, se vislumbraría el plan o proyecto político desarrollado durante el sexenio o mandato.

Entonces, después de escuchar lo que significan los 100 días, podemos entender lo importantes que pueden ser hoy en día para cualquier gobernante, ya que sólo así podemos entrelazar en primera instancia, la percepción de la ciudadanía de que al comienzo de un mandato debe existir un cambio y que estas mismas propuestas de inicio pueden ser hasta más importantes que el propio Plan Nacional de Desarrollo.

Es entonces que al retomar los primeros cien días de gobierno de Echeverría, estoy convencido que de alguna manera su frase “Arriba y Adelante”, tiene que ver con la de Roosevetl, “Actuar y actuar ahora”, o si nos vamos a la actualidad, tal vez la propia frase del presidente Andrés Manuel, “Juntos haremos historia”, tienen su antecedente en los llamados Cien Días, por lo que como lo hizo el presidente americano, todas las frases de cualquier gobernante en la actualidad son una muestra del antes y el después, por lo que esta tradición política significa los compromisos inmediatos que postula el gobernante y por supuesto para la ciudadanía; es una muestra de lo que se puede esperar durante todo el cargo, manteniendo o reforzando sus propuestas de campaña, pero que en otros casos sólo demuestran que eran mentiras, asimismo, para los opositores o los que no comulgan con su proyecto, estos días también sirven para atraerlos o simplemente demostrar que su trabajo se realiza de manera satisfactoria para toda la población y en muchos casos, poder cambiar su percepción.

Concluyo diciendo que gracias a estos “Cien Días”, podemos construir la apreciación adecuada que debemos tener ante nuestros gobernantes, siendo ésta, la primera muestra para saber qué tan efectivo será todo el sexenio y en su caso, lo que dará legitimidad y respaldo al propio gobernante, demostrando si el gobierno que inicia tiene la capacidad suficiente para poder lograr un mandato eficaz, comprometido y sobre todo con la palabra postrada durante su campaña, pero entonces de aquí en adelante, vamos a saber con claridad y con toda la historia, lo que significan los 100 días.

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Vía / Autor:

Waldo Fernández

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Autor: lostubos
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