Un hombre de negocios el que me envió el siguiente texto, culto y crítico, sí, y que vive y desarrolla sus principales actividades fuera de nuestro país, pero tan mexicano como el que más Enseguida sus puntos de vista:
Lo bueno
¿Qué podemos concluir sobre la presidencia de AMLO a escasos 110 días de haber iniciado? Poco de fondo y bastante de forma. Hay al menos tres acciones que parecen ser su prioridad y que son buenas para la vida pública:
Combate a la corrupción
Parece ser una obsesión; no pierde oportunidad para declarar su rechazo decidido a la corrupción. Nos habla menos de la impunidad pues eso implicaría procesar a personajes muy poderosos del país y no está convencido de hacerlo. Se limita a citar y hacer alusión a casos de corrupción básicamente económica: expone grandes hechos delictivos de manera muy puntual, ofrece corregir la conducta hacia adelante y evita fincar responsabilidades a los culpables.
No revisa, sin embargo, la corrupción originaria, aquella que es un reflejo de la decadente cultura occidental: la corrupción de valores (morales, éticos, civiles) y que se ha arraigado culturalmente no sólo en México. Corregir esto significaría una verdadera transformación en la conducta colectiva del país, desde la familia hasta el colegio; desde el ejemplo hasta la toma de conciencia ciudadana pasando desde luego por la sanción a casos ejemplares.
De esto nada se dice y parece que nada se desea hacer. Las conductas colectivas no se cambian de fondo y a largo plazo con declaraciones y ejemplo desde el gobierno. La transformación debe venir de una toma de conciencia social de los beneficios de actuar con decoro y de los costos de no hacerlo. No pedir o aceptar sobornos, no abusar del poder con premeditación, alevosía y ventaja, conducirse con verdad, son anhelos dentro de la utopía. La existencia del Estado de Derecho se justifica precisamente para asegurarle a la sociedad que el incumplimiento de las leyes será debidamente sancionado.
Gobierno austero
Ahora sabemos lo que ya veíamos: un despilfarro de magnitudes enormes. Poco a poco hemos sido testigos del enorme dispendio del gobierno en gastos superfluos, prestaciones excesivas, salarios desmedidos y, lo más grave, una ineficacia en el ejercicio del quehacer público agravada por la tercerización de casi todo con duplicidad de costos fijos.
Es una buena noticia para los mexicanos el que con toda energía y buena voluntad, se esté haciendo un esfuerzo por disminuir el gasto corriente y aumentar el gasto de inversión. Falta, sin embargo, acompañar estas decisiones de criterios y formas de evaluación del desempeño del nuevo gobierno. Métricas que nos permitan a todos conocer con parámetros internacionales o de buen juicio, que no solo se deja de gastar en lo innecesario, sino que lo que se gasta, logra niveles de eficacia crecientes.
El ciudadano escucha y lee al Presidente hablar de austeridad, más o menos se entera de que se han despedido a altos funcionarios y asesores y que se han dejado de usar aviones y edificios costosos, pero la relación que tiene con las ventanillas del gobierno, sigue igual.
Ayuda a las minorías y clases desprotegidas
Contar con una política de Estado benefactor en un país terriblemente pobre e injusto, es una buena noticia. Proveer asistencia a los desamparados y utilizar políticas públicas y la política fiscal para desarrollar zonas atrasadas del país, es a su vez buena noticia. Hacerlo desintermediando (eliminando capas costosas e innecesarias), financiando estos programas con recursos de ahorros en otras áreas y sin incurrir en endeudamientos o déficits fiscales significativos, es la forma correcta de hacerlo.
Hacerle llegar dinero a minusválidos, a nuestros mayores, becas a familias pobres, becas a universitarios parece una tarea más o menos sencilla que implica censar, transferir dinero y evaluar el impacto en la vida de los beneficiados y en el conjunto de la sociedad. Esto puede ser resuelto por el gobierno. Existen otras necesidades que requieren de apoyos de expertos que van más allá de la simple entrega de dinero. Tan es así que el propio gobierno actual lo reconoce en el apoyo de tutores y maestros que enseñen y supervisen a jóvenes en el trabajo a cambio de hacerlo gratuitamente cobrando del gobierno.
Es evidente que en ciertas comunidades indígenas, ciudadanos con enfermedades o problemas puntuales, o situaciones específicas (guarderías, violencia familiar), se requiere de apoyos especializados que ayuden temporal o definitivamente al gobierno a resolver estos problemas. No reconocer esto es adoptar una postura maniquea que no corresponde a un verdadero Estado de Derecho democrático. Hay organizaciones con vocación de servicio que funcionan muy bien y que no se conducen con criterios de rentabilidad económica.
Lo negativo
Entre otras tantas, hay también al menos tres consideraciones negativas importantes que deberían alertarnos:
La manipulación
A nuestro presidente le gustan las decisiones democráticas, pero las manipula cuando le convienen y las evita cuando no le favorecen. Los claros ejemplos son el aeropuerto de Texcoco y el enjuiciamiento a los corruptos del pasado. Cree en la libertad de expresión y en la libre manifestación de las ideas pero se adueña e incide en la agenda informativa nacional de manera personalísima cada mañana a primera hora. Alega la libertad de poderes y sin embargo, de manera contundente, se aprueban y eligen sus propuestas aún en contra de las críticas que hacen los expertos consultados. Informa lo que le conviene con detalles y lo que no, lo responde con generalidades. A sus adversarios los descalifica y juzga desde el púlpito del poder y es clara su intención de devolverles la afrenta que vivió durante su lucha.
Esto no durará pues, como atinadamente ha dicho: la sociedad mexicana se ha politizado y ahora está más interesada, atenta y crítica que nunca sobre asuntos de la vida pública nacional. Se está formado una opinión pública que será crítica y severa con él mismo; los hasta ahora opinadores públicos están teniendo que trabajar e investigar más sus textos y opiniones pues muchos jóvenes periodistas no se tragan las milongas del presidente. Destapar y soltar el flujo de información purifica la vida nacional, es muy cierto y esa purificación también pasará por la crítica y juicio colectivo al desempeño del presidente. Pronto acabará la luna de miel y veremos que la realidad de los problemas del país es bastante más compleja y difícil de resolver.
La impunidad
El “borrón y cuenta nueva” o el “punto cero”, no le va a funcionar, por el contrario, le va a perjudicar severamente. La ciudadanía quiere conocer la verdad, que se juzguen y sentencien los delitos. Si quiere, luego el presidente puede hacer uso de sus facultades de indulto y perdón, negociando que devuelvan lo robado; puede promover amnistía fiscal, cobrando un porcentaje de lo que salió del país sin pagar impuestos, pero la gente debe saber, conocer, comprender y aprender a perdonar. Él dice que los mexicanos son adultos, pues que nos trate como tales. Si esto no se hace, no habrá credibilidad ni sosiego. No tener el valor moral (anteponiendo el pragmatismo político) de responder a un gran reclamo de la sociedad le va a salir caro.
Inseguridad, economía y educación
Sin duda temas urgentes e importantes. El primero, la inseguridad, ha exhibido la incapacidad institucional del Estado Mexicano para ya no digamos controlar sino al menos contener los niveles de poder del crimen organizado. Creer que una reforma constitucional para conformar la Guardia Nacional con elementos que ya trabajan en instituciones de seguridad y organizarlo en 266 regiones complementando esto con programas de apoyo económico a los que hoy emplea el narco, tiene un enorme contenido de romanticismo y candor. La solución del problema llevará tiempo pero hay tres elementos de los que aún no se habla: los casi 100 mil millones de dólares que se lavan entre US, México y Colombia; la participación de gobernantes y militares en el negocio, así como la venta y tráfico de armas por parte de distribuidores americanos y mexicanos y del propio ejército.
El segundo tema, la economía, necesita un sentido bastante más enfocado a la generación de actividad económica mediante apoyo a las pymes, que son las grandes generadoras de empleo y esto solo se va a lograr si se facilita el financiamiento a ellas y una política fiscal de fomento y estímulo que permita integrar cadenas de valor y desarrollo de emprendedores. Tal y como está sucediendo en las granjas incubadoras de Europa; pequeños productores de bienes y servicios locales apoyados por un consumidor educado y un gobierno solidario. Están bien los grandes proyectos y la estabilidad macroeconómica, pero es insuficiente para un país pobre, joven y con tanta informalidad aunado a una gran concentración de la riqueza y de las oportunidades en las élites de siempre.
Finalmente la gran asignatura pendiente desde hace años es la educación. Hoy tenemos la gran oportunidad de establecer las nuevas formas de educación que están transformando el aprendizaje, el desarrollo de habilidades creativas y el trabajo en equipo con una idea clara: el grueso de los oficios y empleos del siglo XX no necesitarán seres humanos para ser realizados. La ciencia y las artes hoy deben enseñarse de manera distinta. México en su sistema educativo se está quedando atrás y no parece ser una preocupación del gobierno.
Cacarear menos y poner más
Hoy Andrés Manuel cuenta con una gran base de aceptación popular: se lo ha ganado. Es un hombre bueno, honesto y trabajador que, no cabe duda, quiere profundamente a México. Parecería más un líder que va construyendo las estrategias a partir del desempeño táctico; no es un hombre de estructuras, sistemas y procesos, es más bien un ejecutor pragmático que hace caso a su intuición y que necesita un equipo atrás que vaya ejecutando sus iniciativas y cuidando que el 70/80% del quehacer del gobierno que no puede modificarse y que debe hacerse, se haga bien y sin corrupción ni dispendio. No parece que el equipo actual vaya a funcionar acorde a su estilo de gobernar; no importa, ya vendrán otros. Lo riesgoso es que el discurso empiece a distanciarse del concurso. Que se diga mucho y se logre poco; que se cacareen muchos huevos y se pongan pocos.
Mejor puntería para atacar los factores críticos de éxito debería ser el camino y no abusar de los sentimientos colectivos tan acostumbrados al movimiento pendular.
@FedericoArreola