POR MANUEL DÍAZ
“Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”. Frase que no es de Don Quijote
«Que se disculpe él, que tiene apellidos españoles y vive allí. Si este individuo se cree de verdad lo que dice, es un imbécil. Si no se lo cree, es un sinvergüenza”. Arturo Pérez-Reverte
Un tema en el que ha hecho énfasis el presidente Andrés Manuel López Obrador es en generar un cambio en la comunicación gubernamental, respecto a la de sus antecesores, con el propósito de construir una determinada cultura política que propicie el consenso en relación con sus principios y acciones de gobierno.
AMLO sabe que un gobierno, para generar confianza y justificar sus acciones, necesita de la actuación adecuada de determinados actores, recursos, y escenarios.
Peña Nieto fracasó en comunicación
La comunicación es un factor central para cualquier régimen. Solo por mencionar un ejemplo, podemos decir que Enrique Peña Nieto tuvo su talón de Aquiles en este tema. Descuidó, no supo cómo o no tuvo una estrategia, aunado a ello, sus yerros que fueron muchos y, además, se magnificaron a tal grado, que llevaron no sólo su presidencia al barranco, sino hasta a su partido.
El presidente Andrés Manuel López Obrador supo aprovechar ese fracaso y contar otra historia, como dicen los enterados, otra narrativa, que dio fe y esperanza al pueblo de México.
Una vez en el cargo, ya en la presidencia, se requiere generar mayor certidumbre en los mensajes, para que permitan incentivar la confianza. La misión de la comunicación debe ser el coadyuvar a crear consenso y sostener el proyecto general del gobierno, que dé cuenta hacia dónde va y que deje en claro cuál es el rumbo.
La estrategia de comunicación
Sin embargo, la estrategia que operan los creativos del presidente, va exactamente en sentido contrario, en lugar de buscar construir mayores consensos, como lo logró en la campaña, hoy mantienen la confrontación y el choque como fundamento de legitimación.
De hecho, han habido críticas hacia el presidente López Obrador, en el sentido de que no ha generado acciones concretas para cumplir lo que en campaña prometió, ni en lo económico, ni en lo jurídico, ni en contra del modelo económico, ni en la seguridad, ni en combate a la corrupción y por ello, muchos de sus detractores, señalan que sólo da “atole con el dedo” todas las mañanas y otros más, empiezan a mostrar señales de desconfianza, basta ver lo sucedido en la inauguración del parque de beisbol de los Diablos Rojos del México.
El ingenioso hidalgo Epigmenio Ackerman
Tal parece que sus estrategas de comunicación Epigmenio Ibarra, John Akerman o los que sean, tomaron la novela más importante de Miguel de Cervantes Saavedra, El Quijote de la Mancha y se inspiraron en algunos de los pasajes de esta magnífica obra, principalmente en el que narra el pleito que tuvo El Quijote, con los molinos de viento:
“Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas: –Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.»
Desde que inició esta administración, Don Quijote de la Mancha ha peleado contra los molinos de viento, porque se ha empeñado en “combatir” situaciones más bien abstractas, ha luchado contra el neoliberalismo, contra la prensa “fifi”, contra la mafia del poder y ahora hasta con el Rey de España Felipe VI, a quien le pide se disculpe por los abusos que pudieron cometer los españoles hace 500 años, durante la conquista, como la única forma posible de lograr una reconciliación plena entre ambos países.
Lo que pide Andrés Manuel, el nieto de José Obrador, español nacido en Cantabria, que emigró a América escondido en un barril y con documentación falsa, podríamos pensar que quizá es una estrategia ante la sumisión a Trump y a los recursos de su muro o simplemente causarnos una carcajada como la que le causó a la senadora Ifigenia Martinez, mujer de innegable izquierda y digna.
¿Que pretenden?
¿Qué pretenderán sus “estrategas”? ¿Qué sentido tiene iniciar acciones como esta? Será para buscar legitimación, que, por cierto, la tiene. Por qué sus asesores insisten en ir por el camino más difícil y lleno de piedras, el de buscar la confrontación del presidente contra quienes ellos consideran sus adversarios y cuando alguno de los temas empieza a causar cansancio en el público, sueltan algún otro, como el día de hoy, al parecer sin analizar las consecuencias, que podrían ser tan graves como llegar a generar un conflicto diplomático con España o remarcar la división entre la sociedad mexicana, porque si alguien decide mostrar su inconformidad públicamente, es descalificado, señalado y apodado “fifi”, “mafia del poder”, “neoliberal”, en fin…
Como dice la canción, qué necesidad.