Por Francisco Tijerina.
“Para progresar no basta actuar, hay que saber en qué sentido actuar”
Gustave Le Bon
A raíz de la aparición de la película “El discurso del rey”, hace unos ocho años, el mundo del “media training”, antes fundamentalmente ocupado por periodistas y politólogos, se vio invadido de actores que con algunos recursos de dicción, entonación y proyección de voz, además de relajación y respiración, deslumbraron a políticos y estrategas.
En su momento vaticiné “no funcionará, porque más importante que el ¿cómo? es entender los ¿por qué?” y así ha venido ocurriendo.
Y es que en el barullo de la película de Tom Hooper en la que se abordan las dificultades para hablar del duque Jorge de York, muchos se fueron con la finta de que el personaje de Lionel Logue era un actor de teatro, cuando en realidad se trataba de un fonoaudiólogo.
Lo cierto es que ni el especialista en terapias del lenguaje, ni el actor, son capaces de instruir a un político o directivo de empresa, la manera correcta de conducirse ante los medios de comunicación y sus representantes, porque lo importante para que el mensaje -cualquiera que sea- llegue a permear e impactar, es que el emisor esté absolutamente convencido de lo que dice y no se puede creer en lo que se dice cuando son otras las personas que lo escriben y se desconoce el tema.
Ni el actor ni el fonoaudiólogo conocen los trucos de los reporteros y periodistas, saben de la necesidad de conocer la agenda y estar preparado para cualquier eventualidad. Ellos te enseñan a decirlo bonito, con voz entonada y alguna intencionalidad, pero hasta ahí.
Poco a poco el engaño ha ido cayendo por su propio peso y los resultados saltan a la vista.
Me tocó ver algún video de una importante actriz que le decía a un político: “es que te pones como flanecito”, haciendo alusión a que temblaba y en efecto, aquel hombre temblaba porque no creía en nada de lo que estaba diciendo. Conocí a otros, actores de medio pelo que no fueron figuras, que encontraron en el entrenamiento en medios una veta, pero el tiempo los pone en su sitio.
Creo firmemente que si vamos a hablar de periodismo y periodistas, lo mínimo es asesorarte con alguien que conozca del tema. Nunca irías a atenderte un padecimiento cardiaco con un nefrólogo, un pediatra o un oftalmólogo.
Mientras todo esto ha sucedido han transcurrido algunos años en los que no pocos han perdido elecciones o han visto afectado el prestigio de empresas e instituciones, gracias a creer que un actor es un buen preparador para enfrentar a los medios.
No hay duda que la frase tiene razón: zapatero a tus zapatos.