A partir del próximo domingo 2 de junio, el rey emérito de España, Juan Carlos I, no volverá a participar en actos institucionales. Así lo ha comunicado, a través de una carta a su hijo, el rey don Felipe, que hoy se hizo pública en España. Coincidiendo con el quinto aniversario de su abdicación, Juan Carlos anuncia su retirada. Ya no tendrá que aparecer en actos protocolarios.
La carta, que la Casa Real ha decidido hacer pública este lunes, un día después de las elecciones municipales, autonómicas y europeas, comienza así: “Majestad, querido Felipe”.
“A lo largo de estos últimos años, desde mi abdicación de la Corona de España el 2 de junio de 2014, he venido desarrollando actividades institucionales con el mismo afán de servicio a España y a la Corona que inspiró mi reinado.”.
Su estado de salud, cada vez más frágil y patente, ha restringido en los últimos meses su participación en actividades institucionales. Las últimas apariciones públicas del anterior monarca de España han sido en la plaza de toros de Las Ventas, con motivo de la Feria de San Isidro, el pasado mes de abril.
Su último acto oficial fue la entrega de Premio Órdenes Españolas, en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), el pasado 17 de mayo.
En su comunicado, el rey emérito recuerda que, al cumplir los 80 años, en 2018, “maduró” la idea de retirarse. Reafirmó su decisión la conmemoración, también el año pasado, del 40 aniversario de la Constitución Española, cuando se celebraron varios actos solemnes para celebrar tan importante fecha en España.
El organizado en las Cortes Generales, apuntó el rey emérito, le hizo recordar a “tantas personas que contribuyeron a hacer posible la Transición Política y renovar mi sentimiento de permanente gratitud hacia el pueblo español, verdadero artífice y principal protagonista de aquella trascendental etapa de nuestra historia reciente”.
Se despide don Juan Carlos de su hijo –y a la par, de los ciudadanos españoles–, con estas palabras: “Tomo decisión desde el gran cariño y orgullo de padre que por ti siento, con mi lealtad siempre. Un grandísimo abrazo de tu padre”.
Aunque los monarcas no se jubilan jamás, esta podría ser la jubilación de un rey que oscureció el final de un reinado de 38 años con idilios sonoros y escándalos variopintos.
Sus cacerías de elefantes y de osos, cuyas fotos posando con los animales convertidos en trofeos indignaron a la mayoría de los españoles, su affaire con la empresaria alemana Corina Zu Sayn-Wittegenstein y el escándalo por el caso Noos, por el que fue condenado su yerno Iñaki Urdangarín por corrupción y exonerada su hija, la princesa Cristina, propiciaron la entrega de la corona a Felipe de Borbón.
La prensa española más tradicional alaba las bondades de don Juan Carlos y remarca su papel determinante en la Transición del franquismo a la democracia. Sin un ápice de crítica.
En cambio, los digitales más transgresores y progresistas han recordado las pifias del monarca emérito y recuerdan que jurídicamente su figura seguirá gozando de aforamiento, es decir, solo deberá responder ante el Tribunal Supremo.
Además seguirá percibiendo una asignación económica de los Presupuestos Generales del Estado.