Por Obed Campos.
Tras el anuncio de la renuncia del priista José Ramón Narro Robles, a sus intenciones de dirigir al partido tricolor, y el abandono a esa institución política, los apoyos a su favor se vinieron en cascada, lo que habla de un malestar hacia el interior del otrora invencible PRI.
El coahuilense renunció no sin antes denunciar los dados cargados a favor de Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, el campechano, quien seguramente tomará el timón de esa añeja organización política fundada por Plutarco Elías Calles, entre otros.
El doctor Narro denunció que hay un padrón amañado con 700 mil militantes fantasmas, a favor de “Alito”, y el mejor apoyo que recibió fue el de el célebre Manlio Fabio Beltrones, el sonorense, quien de inmediato dijo que renunció a su derecho a votar, pero no a su militancia.
Pocos observaron un fenómeno en la marabunta que se armó: El órgano que se encarga de renovar la de la dirigencia del PRI, es la Secretaría de Organización, tanto en estados como a nivel nacional.
Y el hecho curioso y por demás ilustrativo de lo que puede estar pasando, es que pocos han visto el brete en que estará metido el regiomontano Héctor Gutiérrez de la Garza, quien es el titular de dicha Secretaría de Organización, responsable de las elecciones internas.
Porque si bien es cierto que Gutiérrez es indiscutiblemente un disciplinado subalterno de Claudia Ruiz Massieu, la mandamás a nivel nacional en el PRI, Héctor siempre ha sido gente abiertamente de Manlio, y lo ha dicho y subrayado en enésimas ocasiones.
Desde hace muchos años que el nuevoleonés y el sonorense se conocieron, simpatizaron y Héctor siempre se la ha jugado con Manlio, aunque ahora su disciplina partidaria se lo impida.
Gran dilema para Gutiérrez porque por un lado tiene que apoyar a la Presidenta, sin mostrar que rompe la lealtad que por años le ha tenido a su amigo Bletrones. Un dilema moral que nadie quisiera compartir.