La migrante salvadoreña que vio morir a su esposo e hija ahogados en el Río Bravo la noche del 23 de junio, vive un dilema personal además de la tragedia: si regresa a su país o si mantiene en la búsqueda del llamado «sueño americano».
En entrevista con La Silla Rota, Tania Vanessa Ávalos, de 21 años, reveló que analiza la posibilidad de viajar a El Salvador con los cuerpos de su esposo, Óscar Alberto Martínez, y de su hija Valeria, para que sean velados y despedidos por el resto de su familia.
Sin embargo, la joven también reconoció que medita el escenario de permanecer en la frontera entre México y Estados Unidos en Matamoros, Tamaulipas, y cremar los cuerpos para después esparcir las cenizas en el mismo río que les quitó la vida.
«Ya estábamos desesperados, se nos acabó el poco dinero que traíamos pues los trámites de migración en Estados Unidos son muy lentos y ponían más requisitos (…) El domingo Óscar me dijo que ya cruzáramos el río, que tuviera confianza, fe de que nada pasaría. Él tomó a Valeria en los brazos y nos metimos agarrados a una cuerda, pero las aguas nos empezaron a arrastrar».
De acuerdo con el reporte, la familia tenía ya dos meses de estadía en Matamoros a espera de audiencia en Estados Unidos para su solicitud de asilo. Su estatus migratorio en México estaba en orden y aun cuando recibían comida junto a otros solicitantes de asilo, su deseo era encontrarse en Texas con familiares ya asentados en territorio estadounidense para poder trabajar.