Por Obed Campos.
Aunque el verano en Nuevo León no había estado tan caliente, las temperaturas de las últimas dos semanas no han sido nada halagüeñas. Si no me cree, párese a mitad de cualquier calle a eso de la 1 de la tarde para ver si no se le queman los sesos.
No hay un reporte oficial por parte de las autoridades de salud, pero yo tengo varios amigos que han sufrido el llamado golpe de calor, que no es más que una deshidratación express, si se le puede llamar así.
Y para colmo, 150 mil familias, de 250 colonias, ricas y pobres de Monterrey y sus ciudades metropolitanas, lo que se traduce en dos millones de almas, se quedaron sin el servicio de agua potable desde el miércoles pasado, sin aviso previo.
No faltó el burócrata de gobierno del estado que quiso minimizar las cosas con una frase simplona: “No fue un desabasto, es un tema de reparación del acueducto, y evidentemente hay que parar el agua para repararlo”.
Pues ya a toro pasado se dijo que el corte de agua se debió a trabajos para reparar una ruptura en el acueducto que viene de China, Nuevo León, donde se encuentra la Presa El Cuchillo, a Monterrey, y que esto sucedió en el municipio de Cadereyta.
Así lo informó como digo, ya muerto el perro, Agua y Drenaje de Monterrey, aunque los sospechosistas, que esta vez puede que tengan razón, dicen otra razón del corte de agua: que fue ordenada por el gobierno que encabeza Jaime Rodríguez “El Bronco” Calderón, para hacer que la población proteste contra la federación por haberle detenido sus sueños de construir una nueva presa, la llamada “Libertad”, en las inmediaciones del municipio de Montemorelos.
Supuestamente así el presidente López Obrador voltearía hacia Nuevo León (¡ajá!, ¡sí, como no!) y la magistral obra seguiría su curso.
Tan ausente como el agua en las tuberías se vio, o mejor dicho, no se vio al burócrata Gerardo Garza González, cuyas declaraciones y obras en cuanto a la crisis del agua brillaron por su ausencia total.
El futuro, está en el futuro
Alguien debería decirles a los panistas diputados nuevoleoneses que 11 años son muchos.
Lo comento esto porque salieron con la jalada de que “en concordancia” con las intenciones ecológicas de la ONU y ante el innegable cambio climático, Nuevo León debería de convertir todo su transporte público en vehículos eléctricos.
Puede que las intenciones de los albiazules Raúl Gracia Guzmán, Hernán Salinas Wolberg y Luis Susarrey, junto con el aparentemente eterno líder del partido en el estado, Mauro Guerra, sean bien intencionadas, pero parecen sacadas de un sueño infantil.
O, ¿por qué no exigir que el cambio se vaya dando de una buena vez? Tecnología existe en el mundo y muchas ciudades de Europa han mudado sus autobuses a sistemas electrónicos en lugar de quemar gasolina.
El cambio es aquí y ahora, señores panistas.