Por Francisco Tijerina.
“Un hombre inútil es gravoso al estado, en que se pesa el
mérito de los miembros por la utilidad que de ellos se saca”.
Séneca
Cuando un gobierno no es capaz de solucionar los problemas o las injusticias más sencillas, debemos empezar a cuestionar su viabilidad como administradores públicos.
No voy a hablar de los graves problemas de Coahuila, de la inseguridad que priva en toda la entidad a ciencia, paciencia y complacencia de las autoridades estatales encabezadas por Miguel Riquelme Solís.
No hablaré de la pobreza extrema que priva en muchos rincones ni del abuso a los mineros en la región carbonífera; tampoco lo haré sobre la molestia de los empresarios y habitantes de La Laguna por la cancelación del Metrobús que su gobernador no defendió.
Me voy a referir a algo más sencillo que ocurre en Monclova.
Carlitos es un joven que el pasado 22 de febrero sufrió un accidente en el parque Six Flags de la CDMX al que acudió en un viaje de estudios. Tras operaciones y tratamientos sigue en pie de lucha y con todo y sus impedimentos físicos, Carlitos quiere continuar sus estudios escolares.
Se matriculó en el Colegio María Montessori, de Monclova y le dijeron que sí, pero ayer, de buenas a primeras, le informaron que siempre no, por el inconveniente de su discapacidad.
Todas las escuelas de Monclova, sin excepción, se han negado a recibir a Carlitos como alumno, pese a ser un estudiante modelo y con muy buenas calificaciones que no requiere de ninguna atención especial porque en su silla de ruedas es totalmente independiente.
Si ningún plantel de Monclova acepta a Carlitos es porque la Secretaría de Educación estatal se los permite y aunque son responsables en primera instancia, lo cierto es que el caso incumbe y debería ser atendido por el mismísimo gobernador del estado, metiendo en cintura a los abusivos discriminadores.
El de Carlitos, sobrino de mi amigo Eloy Garza, es tan solo un caso de las miles de injusticias que se viven a diario en Coahuila en todos los órdenes y niveles debido a la ineficacia e indolencia de un gobernador ausente al que no le importan las personas y sus problemas y solo tiene ojos para la grilla y los negocios.
Si no puede o no quiere señor Riquelme, mejor renuncie y deje que Coahuila avance.