Por Carlos Chavarría.
Cuando sobrevino la crisis de las hipotecas sub prime en 2007, las economías de España, Italia, Grecia, Portugal, y otras naciones más entraron en crisis por las abultadas deudas públicas que se usaron para financiar el llamado gasto social, que no son sino erogaciones y subsidios dirigidos a sectores pobres o vulnerables de todas las sociedades.
La crisis por la que atraviesa Argentina en la actualidad también debe su origen en las deudas contraídas para sufragar los enormes gastos derivados de los programas sociales implantados por el kirchnerismo.
Venezuela estaría en mejor posición económica si los programas o “misiones” sociales que implanto el chavismo se hubieran planeado sobre alguna fuente de ingresos menos volátil que los precios de los hidrocarburos, que como es bien sabido, estarán por muchos años más muy deprimidos, bombas o no en Arabia.
En Francia, hace unos cuantos días, paró el sistema de transporte, que es de propiedad pública, debido a los ajustes que el gobierno de Macron pretende implantar en sus sistemas de pensiones y prestaciones para los trabajadores de ese sector.
La lección es clara y los mexicanos ya deberíamos haberla aprendido hace mucho tiempo, no se pueden financiar los planes antipobreza o de “bienestar social” como un renglón más del gasto público corriente sin una política pública que conduzca a efectos multiplicadores en el corto plazo que eleven la productividad.
Si es bien manejado, parece más racional la creación de un banco que financie proyectos de inversión para microempresas familiares, que entregar a esas mismas familias dinero en efectivo para su gasto diario.
Es más racional desde la óptica económica dedicar recursos al sistema de Salud para reducir las incapacidades por enfermedades oportunistas, que entregar dinero en efectivo sin ton y son a estudiantes que no sean de niveles técnicos.
Las economías son todas frágiles y México no es la excepción, y resulta del todo temerario utilizar las reservas de cualquier tipo o reducir el gasto de inversión para financiar el gasto social.
Sólo veamos el problemón que se ya está presentando debido al tema del gasto en pensiones del sector público y el de la Ley del 73, que ya se lleva el 20% de todo el presupuesto del sector público sin que se vea una pirámide poblacional que pueda financiarlo, porque las Afores no pueden usarse para tales efectos sino para el otro gran problema, las pensiones del sistema de cuentas individuales, y ante este panorama el gobierno federal continúa creando programas sociales que entraran en crisis en muy corto plazo.
El margen gerenciable del gasto público federal es prácticamente de cero, esto es, todo está comprometido desde antes de empezar, y los únicos recursos a la mano en una economía sin políticas públicas que alienten el crecimiento económico, son la elevación de los impuestos y la deuda pública, que ya no es sostenible tampoco.
Sin una reforma fiscal a fondo y sin reducir la economía informal, no son sostenibles en el corto plazo los programas de gasto y las inversiones sin repago que está realizando el gobierno federal.