Por Francisco Tijerina Elguezabal.
“El que por su gusto es buey,
hasta la coyunda lame”.
Cuando a lo largo del presente año se han registrado casi una decena de robos con violencia de relojes finos en San Pedro Garza García, Nuevo León, habría que preguntarse ¿cuál es la respuesta de la autoridad ante estos hechos?, pero también ¿cuál es la actitud de los propios ciudadanos ante lo que pasa?
Porque sabiendo que hay una banda dedicada a robarlos a punta de pistola y que lo hacen preferentemente afuera de supermercados o plazas comerciales, hay que ser bastante tonto para ir a ponerte “en el tocadero” portando una joyita de esas.
Ideal sería que la autoridad capturase a los malandros y los “entambara”, sí, pero creo que también hay que poner de parte de la sociedad y buscar la manera de evitar y evitarte problemas; sobre todo porque si un modus operandi funciona y está visto que se mantiene en total impunidad, no tardarán otros rateros en imitarlos y es aquí donde viene el problema, porque los imitadores a lo mejor no son tan diestros como los que hoy están y se les puede ir un tiro de la pistola… ya sucedió una vez.
No se puede andar por la vida pensando que “a mí no me va a pasar”.
Si nuestras policías no son capaces de detener la ola de robos en planteles educativos (a algunos les han pegado hasta diez veces), mucho menos tendrán la capacidad de dar con una banda de ladrones que a punta de pistola se están haciendo de relojes finos.
¿Y las cámaras de vigilancia? ¿Y a dónde van a parar esos relojes? ¿Y la investigación? De estos casos no hay ninguna noticia, ¿por qué será?
Mientras tanto vaya un llamado a los sampetrinos y a los regios que les gusta ir allá a presumir: quítense el reloj y salven la vida.