Por Félix Cortés Camarillo.
Porque el alma se vacía
como el cántaro en la nube,
el amor acaba.
Porque el sentimiento es humo
y ceniza la palabra,
el amor acaba.
Porque se vuelven cadenas
lo que fueron cintas blancas…
In Memoriam de nuestra mejor voz.
La costumbre es más fuerte que el amor, afirmaba Juan Gabriel, para seguir en la cultura popular, que es la única que realmente nos debe importar. Cuando una relación afectiva, entiendo yo, se desgasta en el trato cotidiano o se frustra en el desengaño ante las promesas incumplidas, llega la amnesia que nos lleva a decir: usted me dice que nosotros dos, fuimos amantes; y que llegamos juntos a vivir algo importante.
En algún lugar lejano de la alta California se encuentra la nave del olvido. Un aeroplano que ni Trump lo tiene y que en el discurso cotidiano del presidente López ya no existe. En la contabilidad política de Andrés Manuel el TP 01, el avión presidencial adquirido por Felipe Calderón y usado por Enrique Peña luego de dos peligros inminentes de desplome del viejo avión en que se transportaban los presidentes. En la contabilidad real, el avión presidencial sigue existiendo y paga a los norteamericanos el más caro estacionamiento que existe por metro cuadrado en el mundo; sin contar el mantenimiento de la aeronave.
Tenemos que portarnos todos bien, le dice el presidente lo mismo a los vándalos que ciertamente no merecen el título de anarquistas –que son seres que ejercen una ideología– cuando en realidad son una manada de delincuentes bien organizados y mejor dirigidos que se dedican a provocar al poder y a las instituciones demostrando en cada marcha pública en la que se incrustan que no están dispuestos a ceder en sus provocaciones hasta que el presidente se quedó en paloma por no querer ser gavilán, motivado por las pudibundeces de sus asesores y consejeros.
Los mexicanos tenemos que entender de que lo que no fue no será; si un año de ejercicio impúdico del poder total, monárquico, absoluto e intransigente ha devenido una sociedad polarizada, iracunda y con esperanzas en proceso de extinción en la que el gobierno solamente puede apelar a las admoniciones de buena conducta, a la buena voluntad y a que los delincuentes recuerden a sus madrecitas y el tremendo dolor que a ellas les ocasiona su conducta de asesinatos, ejecuciones, secuestros y extorsiones.
Qué triste fue decirnos adiós, cuando nos adorábamos más: el soborno por el voto, encubierto en programas de apoyo en efectivo con gorgojo generó un asomo de romance con los ninis y las nanas, los abuelos y las abuelas. Los no tan ninis, ni tan nanas, ni tan abuelos ven como, irremediablemente, el amor acaba.