Por Francisco Tijerina.
“Aquel que esté libre de pecado,
que tire la primera piedra”
Cita bíblica.
Tuve el privilegio de conocer la obra “Los árboles mueren de pie”, de Alejandro Casona, con la magistral interpretación de doña Ofelia Guillmain. No la olvido, por la fuerza de la primera actriz y porque fue una de las primeras ocasiones en que me dieron la oportunidad de dirigir cámaras en televisión cuando la grabamos para la UANL.
Me cabe el orgullo de que tiempo después me enteré que nuestro trabajo le había encantado a la señora Guillmain.
Viene a cuento por lo sucedido en redes sociales tras la muerte de José José.
Son estas redes una poderosa e importante herramienta de nuestro tiempo, pero eso no le quita lo descarnadas y vergonzosas que pueden llegar a ser.
Sí, los mexicanos nos reímos hasta de la muerte, pero sinceramente pienso que a las redes sociales les hace falta humanidad, respeto, sensibilidad, solidaridad y muchas cosas más.
He sido testigo de un sinnúmero de memes y bromas de pésimo gusto para una persona que fue un genio, un monstruo de la música, un intérprete sin par que le dio a México enormes satisfacciones y la verdad que duele, no tanto por él, sino por el tipo de personas que somos.
No fui su amigo, coincidimos un par de veces en la vida en las que tuve la oportunidad de estrechar su mano; disfruté de sus actuaciones en vivo un montón de veces en palenques, centros nocturnos y la TV, tuve sus discos y como la inmensa mayoría de los mexicanos he cantado, llorado y me he emborrachado con sus canciones.
No fui su amigo, pero como ser humano me ofende el innecesario maltrato a un gran artista. Tengo amigos que sí que lo fueron de “El Príncipe” y me duele por ellos, porque cada meme o broma debe ser un dardo hiriente en su corazón en un momento difícil.
Fue José José un privilegiado con una voz de oro, que fue víctima de los excesos y las circunstancias, que como todo ser humano cometió errores, pero que a pesar de ellos se levantó una y otra y otra vez y que al final de sus días, mermado en su voz y condiciones físicas, hacía el enorme esfuerzo de hacer lo único que supo hacer: cantar.
José murió como los árboles, de pie, y por ello merece respeto.
Sirva la muerte de este gran cantante pare reflexionar sobre las redes sociales de nuestro tiempo y el libertinaje de quienes detrás de un teclado no se detienen a pensar que pueden lastimar a otros y que, si le hurgamos un poquito, son igual o peores que José José.
Perdónalos Príncipe, son simples seres humanos.