Por José Jaime Ruiz.
Adversaria salinista del opositor Andrés Manuel López Obrador, Rosario Robles está ahora en la cárcel. Adversario peñista del opositor López Obrador, Eduardo Medina Mora presentó su renuncia, aceptada, a su cargo como ministro de la Suprema Corte de Justicia. Representante legal de los adversarios de Andrés Manuel, Juan Collado se encuentra tras las rejas.
El presidente López Obrador, desde la mañanera en Puebla, aclaró que “Lo que motivó la renuncia: considero que el ministro quiere atender denuncias presentadas, no sé cuántas, que se han interpuesto, y que están en manos de la Fiscalía General de la República”.
Con lo anterior se descarta cualquier motivo médico en la dimisión de Medina Mora.
Andrés Manuel también expuso: “Es un tema, es una denuncia, sí existe, que tiene que atender la FGR, no podemos culpar a nadie y mucho menos hacerlo por anticipado, eso corresponde a instancias judiciales”.
Asistimos a un ajuste de cuentas contra parte relevante de la mafia del poder, de la élite de la clase política del ancien régimen. Pero, sobre todo, el combate contra la corrupción y la impunidad. El enriquecimiento ilícito de Rosario Robles y el (¿supuesto?) lavado de dinero de Medina Mora y de Collado son historias del saqueo, del tráfico de influencias, del presupuesto al servicio de la ambición personal: la propiedad privada de las funciones públicas.
El encarcelamiento del abogado Juan Collado es una clara muestra de la destrucción del sistema político mexicano como mafia. ¿Quién sigue?, pregunta el Reforma hoy. Cualquiera de los asistentes a la boda del hijo de Collado en mayo. Bueno, no cualquiera. Enrique Peña Nieto sigue gozando, y gozará, de sexenal impunidad.