Por Obed Campos.
David tenía 41 años y como dice el dicho, toda una vida por delante.
Era padre de familia y marido devoto. Buen amigo y trabajador. Hasta que la tarde/noche del jueves 3 de octubre pasado un infarto se le atravesó en el camino…
Una falla cardíaca que posiblemente pudo tener remedio, por una presunta negligencia, le costó la vida a David y deja en la orfandad a un niño de 5 años y desconsolada a su viuda.
Me dicen que, al sentir el dolor en el brazo y el pecho, David se subió a su auto y manejó hasta la Clínica El Buen Samaritano, donde el doctor Neftalí Rodríguez le recetó el desinflamante ketorolaco y le dio instrucciones para que regresara en unas horas más a que le practicaran un electrocardiograma.
David murió en brazos de su esposa al poco tiempo de llegar a su casa.
Lo mató un infarto presuntamente mal atendido.
De su fallecimiento quedan muchas preguntas.
¿Por qué el doctor lo dejó irse a su casa, previo pago de 424 pesos y 50 de la consulta para el electrocardiograma?
¿Por qué no le practicó el electrocardiograma justo en ese momento?
¿Por qué esperar unas horas ante la evidente emergencia?
Y tantas y tantas más cuestiones.
Yadira, su viuda, me dijo que se está reservando el derecho de proceder legalmente contra la clínica y el médico.
Esto, obvio, no le va a devolver a David, pero probablemente sea un acto de elemental justicia.