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Loret, Brozo, comentócratas y reporteros-protagonistas

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

“La cacería de periodistas en este primer año del gobierno de la 4T ha convertido a nuestro país en uno de los más peligrosos del mundo para ejercer este oficio y, por ende, representa una grave afrenta contra la democracia y las libertades fundamentales del hombre.

“No solo hablamos de los 17 periodistas asesinados en este sexenio, sino de los comunicadores que han sido corridos por ser incómodos al presidente López Obrador.

“Por un lado se asesina y por otro se ataca a la libertad de expresión sin ningún recato”, escribió hace días en El Financiero el columnista Alejo Sánchez Cano.

¿Hay una cacería en contra de los periodistas incómodos a López Obrador? No se ve por ningún lado y, desde su ejercicio presidencial, no parece que suceda –si hay evidencia de que los subalternos de Andrés Manuel anden de cacería, habría que señalarlos.

La mañanera de hoy bajó al presidente del púlpito y recostó a los reporteros en el diván de Segismundo. Presurizados, los reporteros se quejaron en contra de otros reporteros y, sobre todo, de las malditas redes sociales que los vilipendian. La piel delgadita de los comunicadores de hoy encarnó en la conferencia matutina.

Aventuro una hipótesis: los periodistas incómodos son los periodistas cómodos para Andrés Manuel, a quien le encanta el diálogo circular, el debate y la polémica. Y para los reporteros, salirse de la zona de confort de las mañaneras los desampara, ya sea en las calles o en las redes.

Sánchez Cano da una lista de los periodistas “corridos” por sus medios en este sexenio, o aplacados, ¿por culpa de López Obrador o los dueños o, simplemente, porque la relación entre empresa y comunicadores se convirtió en mal avenida?

Hoy López Obrador jugó al psicólogo con los reporteros confrontados, dijo que nada tuvo que ver con la salida de Carlos Loret de Mola ni con la de Víctor Trujillo, Brozo, con quien simpatiza. “No somos los mismos”, repitió.

¿Hay retroceso en la libertad de expresión? Al contrario, las reglas se clarificaron, se redujo la publicidad gubernamental y se acabó con la élite chayotera que habitaba ese descalabro llamado comentocracia. Los comentócratas son una clase editorial que va a la baja.

Hoy, por ejemplo, Raymundo Riva Palacio, también en El Financiero, ve un sexenio negro: “La realidad es que no hay una nueva forma de hacer política, ni un nuevo régimen, ni es diferente. Es más de lo mismo y en algunas políticas, peor que antes”. ¿Tan mal estamos?

Prudente, el editorial de La Jornada, también de hoy, pondera el primer año de Andrés Manuel, sus logros, sus cambios, pero no deja de criticar: “…la actual administración no ha logrado hacer realidad su promesa de llevar la economía nacional a un crecimiento de 4 por ciento; por el contrario, en el año que está por terminar el producto interno bruto terminará, si no en retroceso, al menos en una clara situación de estancamiento.

“Pero el déficit más preocupante del actual gobierno ha sido su incapacidad para frenar la inseguridad y la violencia delictiva, fenómenos con certeza generados en sexenios anteriores, pero no por eso menos exasperantes para la sociedad”.

Los comentócratas podrían dejar de lado sus causas y volver a los cauces periodísticos. Los reporteros del confort –no los asesinados por sus investigaciones– podrían dejar de llorar y de quejarse en las mañaneras.

En su edición semanal de esta semana, la revista Proceso nos recuerda algo fundamental en palabras de Vicente Leñero, a quien homenajea: “No está llamado el periodismo a resolver las crisis –qué falacia–; está llamado a decirlas, a registrar su peso, a gritar qué se esconde, qué se oculta o simula, cómo duele la llaga, por qué, cómo y a qué horas, desde cuándo y por dónde se manifiesta el yugo que oprime esta vida social. Más que ir en busca de la verdad, como suele decirse cayendo en el gazapo filosófico, lo que sale a buscar el periodismo, de momento a momento, es la profunda entraña, el desgarrado cuerpo de nuestra realidad. Ese es el objetivo: la realidad a secas”.

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// José Jaime Ruiz

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