Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Gracias a la libertad de expresión hoy ya es posible decir que un
gobernante es un inútil sin que nos pase nada. Al gobernante tampoco.”
Jaume Perich
Lo podría esperar de cualquiera, menos de él.
Su formación, antecedentes e historia personal y familiar lo ubican como un férreo defensor de la libertad y de la verdad.
Y aunque el poder es extraño y hace cambiar a las personas, jamás pensé que en el caso del alcalde de San Pedro Garza García, Miguel Treviño de Hoyos, la transformación fuese a un nivel de 180 grados.
Porque antes de andar quitando mantas en las que lo critican, podría haber hecho la tarea para la que lo eligieron, es decir, dialogar, negociar, convencer y no usar la oscuridad de la noche para mandar retirar unas simples mantas.
Sí, está bueno y muy simpático el choro mareador ese de que el Reglamento y que no pueden permitir que impere el desorden, pero el fondo del asunto todos lo saben: mandó quitar las mantas porque no le agradaban, aunque ahora declare que así sean a su favor también las mandaría retirar.
Al final las mantas son muy “in”, porque demuestran la intolerancia de Miguel y su incapacidad para crear consensos y resolver disputas. La acción no borra el mensaje que dejaron las mantas y por el contrario, endurece el ánimo de la rebelión contra el edil.
Un día en un negocio de uno de los más acaudalados empresarios del país amaneció colgada una manta en la que lo criticaban por otra de sus empresas. Los empleados de inmediato reportaron el hecho y preguntaron si la retiraban y destruían, la respuesta fue tajante: “déjenla ahí hasta que sola se caiga y si antes alguien la quiere quitar, impídanlo”.
Confundidos alguno de esos empleados preguntó el por qué de la postura y aquel hombre respondió: “porque me asiste la razón y al final quienes pretendieron exhibirme, terminarán exhibidos”.
Y así ocurrió.
La pregunta ahora no es si tienen razón o no los mensajes en las mantas, sino el por qué las mandó retirar Miguel. ¿Fue porque contravenían el Reglamento o porque sabe que en el fondo no tiene la razón en la controversia con los vecinos?
Por donde se le vea, el asunto termina siendo algo que por años Treviño defendió: la libertad de expresión.