Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
Sintetiza el periódico El País la semblanza:
“Si hay un filósofo característico del presente es Giorgio Agamben. Nació en Roma en 1942, pero su obra globalizada no puede desligarse de sus actividades en Francia, Inglaterra y Alemania, entre otros países en los que ha trabajado. Es fácil detectar en ella la influencia de Martin Heidegger, Walter Benjamin y Michel Foucault, pero también las de Kafka y el situacionista Guy Debord. Agamben llegó a la Universidad para estudiar Derecho, pero se inclinó por la Filosofía tras asistir entre 1966 y 1968 a unos seminarios con Martin Heidegger. Fue el mismo periodo, recuerda, en el que descubrió a Benjamin: ‘Dos autores muy diferentes. Uno fue el contraveneno del otro’.”
El 26 de febrero Giorgio Agamben reflexionaba sobre el coronavirus en la revista italiana Quodlibet (tomo la traducción del sitio www.eldesconcierto.cl):
1.- “Frente a las medidas de urgencia frenéticas, irracionales y totalmente injustificadas por una supuesta epidemia del coronavirus, es necesario partir por las declaraciones del CNR (Consiglio Nazionale delle Ricerche), según las cuales, no solo ‘no hay epidemia de coronavirus (Sars-CoV2) en Italia’, sino que además ‘la infección, según los datos epidemiológicos disponibles en la actualidad sobre decenas de miles de casos, provoca síntomas leves/moderados (una suerte de gripe) en 80 a 90% de los casos. En 10 a 15% de los casos, puede desarrollarse una neumonía, pero la evolución es benigna en la mayoría absoluta. Se estima que solo el 4% de los pacientes deben ser hospitalizados en unidades de cuidados intensivos’.”
2.- “Si esta es la situación real, ¿por qué los medios de comunicación y las autoridades se esfuerzan en difundir un clima de pánico, provocando un verdadero estado de excepción, con severas limitaciones a la libertad de reunión y de tránsito y una suspensión del funcionamiento normal de las condiciones de vida y trabajo en regiones enteras?”
3.- “…una vez más, hay una tendencia creciente a utilizar el estado de excepción como paradigma normal de gobierno. El decreto de ley aprobado inmediatamente por el gobierno ‘por razones de salud y seguridad públicas’ conduce a una verdadera militarización ‘de los municipios y zonas en las que al menos una persona ha arrojado resultados positivos y cuya fuente de transmisión no puede ser imputada a una persona proveniente de una zona ya infectada por el virus’. Una fórmula tan vaga e indeterminada permitirá extender rápidamente el estado de excepción a todas las regiones, ya que es prácticamente imposible que otros casos no se produzcan en otros lugares.”
4.- “Parecería que, habiéndose agotado el terrorismo como motivo de las medidas de excepción, la invención de una epidemia podría ofrecer el pretexto ideal para extenderlas más allá de todos los límites.”
5.- “El otro factor, no menos inquietante, es el estado de temor que se ha extendido explícitamente en los últimos años al interior de las conciencias de los individuos y que se traduce en una necesidad real de estados de pánico colectivo, frente a los cuales la epidemia vuelve a ofrecer, una vez más, el pretexto ideal.”
6.- “De esta manera, en un círculo vicioso y perverso, la limitación de la libertad impuesta por los gobiernos, se acepta en nombre de un deseo de seguridad que ha sido inducido por los mismos gobernantes que ahora intervienen para satisfacerlo.”