Por Eloy Garza González
Está a punto de estallar una crisis pública en materia de salud, en la que no han reparado ni las autoridad ni la prensa. Es una bomba de tiempo. Cuando cerraron definitivamente el Penal del Topochico (que albergaba más de 5 mil Internos) en Nuevo León, el pasado 30 de septiembre del 2019, las autoridades prometieron construir más celdas en llamado Centro de Reinserción Social de Apodaca.
Sin embargo, la construcción de estos espacios para los reclusos no ha concluido hasta la fecha, lleva muchos meses de retraso y los presos que mandaron al penal de ese municipio nuevoleonés viven hacinados, en condiciones totalmente insalubres, algunos sin la menor higiene. Grave caso si además se espera que ahí se concentren en los próximos meses más de 1,500 internos. ¿Dónde los van a meter?
Ya la Comisión Estatal de Derechos Humanos emitió medidas precautorias que no han resuelto nada porque en celdas construidas para 12 internos, se mantienen hasta 20. Visité este penal y en efecto, las imágenes dantescas hieren a cualquiera que tenga corazón.
Y no es el único penal del país en esas condiciones lamentables. No hay camas, hay fallas en la energía eléctrica, no hay ventilación suficiente, hay plagas de insectos e incluso roedores. Un ambiente depresivo invade a los internos y a los visitantes.
Pero hay algo peor. Imagínense el lector que uno de estos internos, o diez, o veinte, o cien, se contagien por el Covid-19. Y que luego al menos uno de estos enfermos asista (como es obligado) a la Sala de Audiencias.
Será una pandemia completa. Algo se tendrá que hacer cuanto antes en los Centros de Reinserción Social del país, porque si se sigue actuando con retraso y negligencia, las consecuencias serán catastróficas.