Por Obed Campos
Cuando estaba yo en la prepa, allá por 1982, nos hicieron leer un libro fantástico, cuyo título parecía haber sido compuesto por el genial Steven Spielberg. “Cazadores de microbios”, de Paul de Kruif, es en realidad un libro científico que comienza así:
“Anton Van Leeuwenhoek. El primer cazador de microbios. Hace doscientos cincuenta años que un hombre humilde, llamado Leeuwenhoek, se asomó por vez primera a un mundo nuevo y misterioso poblado por millares de diferentes especies de seres diminutos, algunos muy feroces y mortíferos, otros útiles y benéficos, e, incluso, muchos cuyo hallazgo ha sido más importantísimo para la Humanidad que el descubrimiento de cualquier continente o archipiélago…”
Cito este apasionante libro científico, para que el lector se de una idea a lo que se enfrentan en todo el mundo los heroicos científicos que buscan la vacuna contra el Covid-19 o coronavirus, aunque está mejor dicho de manera más espeluznante: SARS-CoV-2, lo cual significa síndrome respitratorio agudo severo coronavirus 2…
Y no, no estamos en una película de ciencia ficción, y tampoco se trata de una gran conspiración mundial.
Lo único bien cierto es que este asunto es feroz y mortal.
Por eso se agradecen eventos como los de ayer:
Yo no sé de quien fue la idea, pero más que genial o genuina, fue justa: la alcaldesa de Guadalupe, Nuevo León, organizó un evento, pequeño por las circunstancias, pero grande en la intención.
Cristina Díaz Salazar, que así se llama la munícipe, reunió a cuerpos de rescate y auxilio, a comerciantes y a familiares de pacientes para rendir tributo al personal de salud en el municipio, concretamente en la Clínica 4 del IMSS.
Como digo, fue un evento sencillo, con muchos aplausos por los esfuerzos de esos verdaderos combatientes a quienes les mandaron todos y todas un abrazo a la distancia.
Caso muy contrario a lo que ha pasado en otras partes de la república donde han agredido a personal médico y a enfermeras, aquí no. Aquí se les reconoce y se les agradece.
Y es que dentro de la gravedad de las noticias, Nuevo León tiene 283 casos confirmados de Covid-19, pero casi nadie dice que 166 pacientes ya fueron dados de alta.
Y es cierto, el peligro y lo peor de la pandemia en el estado no pasa aún, pero dentro de las malas noticias una buena: al menos hasta ayer no se daban casos de decesos por este mal, desde el 13 de abril. La estadística mortal se estancó en siete fallecidos en el estado.
Estos son los resultados de los buenos oficios de Manuel de la O Cavazos, secretario de Salud de Nuevo León y de la doctora Amalia Becerra Aquino, subdirectora del Hospital Metropolitano, quienes integran el “estado mayor” en esta guerra contra el virus.
Los otros héroes somos anónimos, y aunque como dice un viejo periodista de Monterrey “elogio en boca propia, es vituperio”, yo me cuento entre ellos, porque hemos cumplido a cabalidad el encierro que significa precaución, que significa vida, contra el enemigo silencioso e invisible.
OTRA VICTORIA EN
ESTA GUERRA
En otro triunfo de lo que es saber organizarse
ante la contingencia, los que sacaron al buey de la barranca, como decimos los
que sí somos de rancho, fueron los empleados de la Universidad Autónoma de
Nuevo León, que encabeza Rogelio Garza Rivera.
Lograron restablecer las clases, aunque de manera virtual, mediante tres plataformas digitales de todas les escuelas y facultades de la UANL.
En el entendimiento de que no todos los alumnos cuentan con equipo de cómputo a su disposición en sus casas, para terminar de rescatar el semestre, van a hacer un esfuerzo en junio próximo, para terminar las clases de manera presencial, con aquellos que no logren ponerse en línea.