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Prudencia es detectar los males cuando nacen


Por Carlos Chavarría

Es una verdadera lástima que en lugar de que reaccionemos con humildad ante la fragilidad de nuestras vidas frente al azote de la naturaleza, como es esta epidemia que ahora nos agobia, nos desgastemos socialmente al tratar de demostrar con absurda insistencia que alguien en el gobierno o en la sociedad se equivocó en las decisiones que por fuerza se deben tomar en un escenario y horizonte marcado por la ignorancia que padecemos sobre algo desconocido y que por el momento nos supera.

Es una triste revelación el percatarnos en estas circunstancias de que la generación que ocupa el papel de líderes en la conducción de los gobiernos no son sino carroñeros oportunistas que lucran con nuestras carencias más a la vista, en tanto la sociedad muestra los más elevados niveles de compromiso con la solución de sus problemas sin la ayuda de nadie.

Flaco favor nos hacen los mercantilistas de la desgracia invitando a la anarquía en cualquiera de sus formas todo con el afán de proteger sus muy particulares intereses.

Piensan que a través de las conspiraciones espontáneas que organizan sus élites más afamadas, que tienen el común denominador de sus mezquindades, lograrán cambiar el estado de las cosas que tanto les afecta, asumiéndose como los únicos que pueden favorecernos cuando en realidad perpetuarán lo más nefasto de sus singularidades, en tanto la sociedad pierde sin remedio la esperanza, y ese es el centro de su abyecta estrategia por la dominación.

Cuando al decir sociedad significamos colaboración, los líderes dentro y fuera del gobierno piensan en poder, en dominación y en sometimiento sin cortapisas del uno hacia el otro.

Ni en los peores momentos de la época en que Luis Echeverría trató de gobernar a México incentivando la división y el encono clasista se dejo ver tanta pobreza de propósitos y modos de acción en los “líderes” de nuestro país.

El discurso presidencial clasista que pretendía dividir a la sociedad en buenos y malos, no nada más, consiguió su propósito sin sentido sino que además ya dividió a los supuestos representantes de los distintos sectores sociales, más a los empresarios que a ningún otro grupo.

Por el lado de los políticos. Los partidos opositores no dan una ni siquiera dentro de sus filas. Los gobernadores muestran su más profundo desiderata de  volver a manejar todo el dinero de los programas sociales y que a tantos han enriquecido, y se lanzan en busca de sus propios reinados incitando gastadas autonomías insostenibles, vaya, hasta el inefabale Fernández Noroña ya se lanzó como el nuevo candidato a mesías cuando al que tenemos no le han dado aún la extremaunción.

El presidente no engaño a nadie, escribió o mandó escribir un documento donde plasmó su misión: reivindicar a los pobres distribuyéndoles dinero que por fuerza lo obtendría de algún lado. No tenía política industrial, de salud, educativa, de seguridad pública y centro su discurso en la corrupción y nada más.lToda proporción guardada le pasa a nuestro país lo mismo que cuando llegó Miguel De Lamadrid, le estalló la crisis antes de sentarse en la gran silla y sin márgenes financieros de maniobra, ahora es lo mismo ante la explosión de la pandemia y el conflicto petrolero y todos sus derivados, con algunas diferencias a  favor que no se discuten.

Igual que De la Madrid el presidente López Obrador tendrá que ofrecer un gran pacto nacional y lo hará cuando ya concluya la catarsis política que han iniciado rostros bien conocidos y que no comprenden a un político de los 70´s del siglo pasado como ha mostrado ser López Obrador.

““La urgencia de salvar a la humanidad es casi siempre la máscara con que se disfraza la urgencia de gobernarla”, H.L. Mencken

“Para soportar esto del poder hay que tener flaca la memoria, gruesa la piel y harta cerilla en los oídos”, Porfirio Díaz.

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Vía / Autor:

// Carlos Chavarría

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Autor: stafflostubos
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