Por Eduardo Campos Sémeno
El PRI de Nuevo León está en la antesala de una importante decisión en el camino a pelear por la Gubernatura de lo que quede de Nuevo León en el 2021 y espero que ahora que no están en el poder, hayan aprendido una lección de humildad.
Y es que cuando eran un partido fuerte, que ganaba o disputaba cuello a cuello cualquier alcaldía, gubernatura o hasta la Presidencia, los tricolores se daban el lujo de ponerse elitistas y discriminadores a la hora de nombrar candidatos con posibilidades de ganar. Tenían base votante ganadora y en eso se confiaban.
Aquí en el Estado, los gallos tricolores de los Municipios de la periferia de la zona metropolitana, por más priístas que fueran sus bastiones, nunca eran tomados en cuenta. Les hacían el feo, los trataban como los parientes pobres.
Seguramente por eso, y como para cortar por lo sano, la alcaldesa de Escobedo, Clara Luz Flores, renunció hace unos meses al PRI. Antes de que me desairen, mejor me voy, seguramente pensó la esposa de Abel Guerra.
Pero los priístas comandados por Pedro Pablo Treviño Villarreal, que hoy están en la “banca” tanto en la Gubernatura como en la Presidencia, tienen tiempo de enmendar errores, pues todavía está en las filas tricolores el alcalde de Apodaca, César Garza Villarreal.
No lo digo como anuncio o promoción, pues seguramente ni César Garza lo ocupa y, además, a mi ni quién me haga caso, pero en este andar de escribir opiniones políticas, he visto en columnas, editoriales y entrevistas, que el PRI maneja otros nombres menos fuertes y decidí meter mi cuchara.
Ya sabemos que César Garza tiene marca ganadora, no sólo porque es su segunda vez como presidente municipal de Apodaca, sino porque en 2012 también ganó la Alcaldía de Guadalupe, un bastión que en los últimos 20 años ha sido de agridulces para el PRI, pues lo ha tenido que compartir intermitentemente con el PAN.
Garza Villarreal se pudo mantener en carreras “inter-municipales¨, porque es un político tricolor nuevoleonés de verdadera carrera que ha sido igual funcionario municipal que funcionario estatal, miembro de cabildos, diputado local, tres veces alcalde. Tanto hace que no me sorprendería que, en un descuido, hasta la Lotería cante en los mercados dominicales.
Con esa trayectoria, no es raro, entonces, que el munícipe haya subido de nivel y de presencia. No se quedó atrás de la ola digital y tiene casi 200 mil seguidores en Facebook, anda en otras plataformas y tiene un número de celular dedicado al Whatsapp directo con la raza.
También se nota el progreso, porque en esta ocasión en la Alcaldía, más de 600 presidentes municipales del País lo eligieron desde el año pasado para presidir la Federación Nacional de Municipios de México, organización que ha estado muy activa cabildeando asuntos, problemas e intereses municipales ante el sexenio de AMLO.
Y, por si fuera poco, por estos días me entero de que César resultó el segundo alcalde mejor evaluado de México según la Consulta Mitofsky de marzo, que le dio 66.2 por ciento de aprobación popular, sólo abajo del 70.5 por ciento del primer lugar que logró Jesús Antonio Nader, alcalde de Tampico que –me costa— ha transformado ese popular puerto tamaulipeco.
Bueno, sin pretender que sea anuncio, esto ya resultó el currículum ampliado de un priísta que tiene credenciales para estar en la contienda por la Gubernatura. El PRI estatal sabrá si lo toma en cuenta o no. Allá ellos.
En lo que a mí respecta, sólo estaré pendiente para ver si el PRI sigue tratando a los municipios conurbados como el tío raro que la familia no invita a las fiestas, o si al final lo invitarán y le darán un lugar en la mesa donde acomodan a los otros contendientes, digo invitados, que también tienen sus posibilidades en el 2021.
Después de todo, todavía son el partido que lleva los colores de la bandera de México y estoy seguro que sueñan, como diría Yuri, con tiempos mejores.
