Autoridades estadounidenses informaron este fin de semana sobre los avances en las investigaciones con respecto del ataque a la embajada cubana en Estados Unidos.
El agresor de origen cubano padecía esquizofrenia y atacó la sede diplomática por temor a supuestos «grupos cubanos del crimen organizado», detallaron las fuentes de las autoridades estadunidenses.
Alexander Lazo de 42 años dijo a los investigadores que sirvió al Ejército cubano durante muchos años, después se mudó a México en 2003. Años después, pidió asilo político en Estados Unidos y, en 2014, regresó a Cuba, donde, según él, las amenazas en su contra comenzaron.
Regresó a Estados Unidos, donde en los últimos meses vivió en su auto, trasladándose de estado a estado hasta la madrugada del jueves, cuando llegó a la ciudad capital para atacar la embajada cubana. «Quería echarles mano antes de que le echaran mano a él» grupos cubanos del crimen organizado.
Desde que el hombre se sintió perseguido fue cuando comenzó a dormir en su automóvil, ya que quería proteger a su familia. Ese fue el testimonio recabado por la justicia estadounidense por parte de Alexander Lazo, citado por el medio Diario de Cuba.
El hombre ya había recibido atención psiquiátrica en el país norteamericano y, según el relato, su esposa, quien es enfermera, le recomendó seguir el tratamiento porque Alexander «oía voces». No obstante, dejó de tomar sus medicamentos y salió a la carretera.
A las 2 de la madrugada del jueves, Lazo arremetió contra la embajada cubana en Washington con un fusil AK-47. Las balas dañaron la estatua de bronce de José Martí, así como las columnas y la fachada del edificio. También hubo vidrios rotos y daños a la puerta principal.
De acuerdo con el embajador cubano, José Cabañas, a altas horas de la madrugada sólo había siete personas en la sede diplomática. No obstante, si el ataque hubiera ocurrido a medio día, ello habría sido una matanza, pues en una jornada normal suele haber hasta 50 personas en el edificio.
El día de la agresión, los agentes encontraron a Lazo con una bandera cubana en las manos, con una leyenda escrita por encima de la misma y la había rociado con material inflamable. Según documentos judiciales, al momento de la detención «gritaba cosas sin sentido» e insistía en que él era estadounidense.
El embajador Cabañas agradeció la agilidad de la policía de Washington, D.C. y del servicio secreto, así como el profesionalismo en la investigación. No obstante, destacó que las autoridades tardaron en dar más detalles del sospechoso, quien fue detenido inmediatamente después del ataque.
Tanto el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, como el canciller de la isla, Bruno Rodríguez Padilla, condenaron en días previos el acontecimiento y destacaron que este tipo de agresiones son producto del discurso de odio promovido por EUA contra la isla y sus actividades de cooperación internacional.
Las autoridades cubanas también criticaron la falta de pronunciamientos oficiales por parte de la administración de Donald Trump y de su secretario de Estado, Mike Pompeo, quien en el transcurso de la semana emitió declaraciones que atacaban directamente a Cuba.