Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
En su primera página, el periódico Reforma publica una amenaza grabada en la recepción del periódico de un individuo, presuntamente perteneciente al Cártel de Sinaloa, donde amaga con volar las instalaciones del rotativo. En una nota aparte, el medio de comunicación indica que “Tras recibir múltiples amenazas, el 29 de julio del 2012 fueron rociadas con gasolina e incendiadas las oficinas de EL NORTE de la Edición Sierra Madre en San Pedro”.
En 2012 el Grupo Reforma nunca informó a sus lectores –cuando sucedieron los ataques– que habían recibido “múltiples amenazas” del crimen organizado en contra del periódico El Norte: “Con el atentado de ayer, suman seis ataques contra instalaciones de EL NORTE desde el 2010. El edificio de La Silla también sufrió agresiones con explosivos el 20 de septiembre del 2010 y el 10 de enero del 2011, así como con una granada de fragmentación el 21 de marzo del 2010”.
En abril de 2013 sucedió otro incidente, no en Monterrey, en Guadalajara: “Las instalaciones de MURAL, periódico de Grupo REFORMA, fueron atacadas con dos artefactos explosivos la madrugada de ayer. Ninguno de los estallidos dejó víctimas, sólo daños materiales”.
En octubre de 2013 sucedió otro evento en la zona metropolitana de Monterrey: “En lo que ahora constituye un atentado contra la libertad de expresión, delincuentes armados interceptaron y atacaron la madrugada del martes a un distribuidor de EL NORTE para exigirle pago de piso y amenazar a este medio: o se ‘alinean’ o se atienen a las consecuencias. Con golpes, insultos y apuntándole con un arma, los criminales exigieron el pago de 3 mil pesos por semana para permitir la distribución del periódico en la zona del Arroyo La Talaverna, que marca los límites entre Guadalupe y San Nicolás”.
A finales de julio de 2012, Alejandro Junco de la Vega González, dueño del Grupo Reforma, fue entrevistado por CNN: “Nos da la impresión que las autoridades no toman en serio las amenazas ni los atentados”. Al informar sobre la entrevista, Proceso contextualizó: “En los últimos meses los periódicos regionales de Grupo Reforma han sufrido seis atentados, agresiones y amenazas… El periódico El Norte ha estado publicando investigaciones relacionadas con casas de apuestas y nexos con la delincuencia organizada y, a la par, este mismo diario ha sufrido una cadena de atentados, dos de ellos ocurridos el fin de semana pasado”.
Las amenazas personales del narco en contra de Alejandro sólo son sabidas en los círculos de Monterrey, lo que sucedió en la ciudad y en su estancia de la zona citrícola de Nuevo León. El común denominador de los atentados de la delincuencia organizada se dio por la línea editorial, por la cobertura informativa sobre el narco, nunca fueron amenazas o atentados por cuestiones políticas.
Por eso sorprende que se haya roto ese esquema y ahora la amenaza se “politice” en razón de su línea editorial en contra de Andrés Manuel López Obrador y, convenientemente para sus críticos, desde el “Cártel de Sinaloa” (no dejan de criticar el “culiacanazo”, ergo, existe connivencia). Si hace ocho años los periódicos de Junco de la Vega no pudieron dar testimonio de las amenazas, tal vez fue porque aún no grababan todas las conversaciones que entran a su recepción, sean de cualquier tipo: para redacción, área comercial o técnica.
La grabación da cuenta de que el Grupo Reforma se ha modernizado sustancialmente, aunque debe ser engorroso grabar todas y cada una de las conversaciones que entran a sus instalaciones. Por otro lado, espero que Reforma haya proporcionado a las autoridades de Baja California (y a las federales) el número telefónico de la llamada para su rastreo e indagatoria. El grupo de comunicación, hasta esta hora que escribo la columna, no ha informado si ya interpuso la denuncia ante la Fiscalía de Alejandro Gertz Manero y la procuración de justicia de Baja California.
Concluyo:
1.- No hay registro histórico de amenazas del crimen organizado antes de los ataques que ha sufrido el Grupo Reforma.
2.- Los ataques se han dado por la línea editorial y cobertura en contra del crimen organizado, nunca por la línea editorial en contra de algún político.
3.- Nunca se habían “politizado” los ataques en contra de Grupo Reforma.
4.- ¿A quiénes le conviene en época de coronavirus la desestabilización? Lógico, no a López Obrador.
5.- Hay que desenmascarar las exageraciones y distorsiones tipo Denise Dresser.
La académica considera la deliberación pública como una agresión. Andrés Manuel “da permiso”, ¿cómo? Dresser rebaja la discusión pública a simple “piñata”. O sea, Denise, ¿culpas a López Obrador de provocar la llamada singularísima que se recibió en Reforma? ¡Por favor! Deja de gritar, señora, y mejora tus argumentos.
(–José Jaime, el título de tu columna es tendencioso, inexacto y amarillista…
–Sí, como gran parte de los titulares que todos los días receta Reforma a sus lectores.)