Por Jorge Narváez.
Jamás habíamos pensado ser testigos de un paro de fútbol a nivel mundial por cerca de dos meses. Ahora la Bundesliga puso en acción nuevamente el torneo, pero no fue lo mismo.
Con estrictas de medidas de seguridad, la Jornada 26 comenzó con nuevas reglas que no se acercan ni siquiera al desarrollo normal de un partido de balompié. Empezando con los entrenamientos que estuvieron limitados. Si los músculos no se ejercitan como se debe, el ambiente se torna complicado con todas las restricciones. Nada como acercarse al compañero para practicar o al menos hacerle alguna broma, para aliviar la tensión.
Después llegó la hora del partido, pero sin aficionados presentes. Aunque esta situación sí se ha visto cuando los clubes son sancionados, el escenario en esta ocasión fue distinto pues era bien sabido que la ausencia en las gradas era por otra razón.
El apoyo, los gritos y aplausos de los aficionados faltaron. Los jugadores están acostumbrados a oír muchas voces de aliento y hasta insultos que llegan desde las gradas, pero sin invadir su espacio personal. Ahora sólo escucharon a sus compañeros y directores técnicos.
Los jugadores de banca no estuvieron en el lugar habitual, ahora fueron colocados en las gradas para respetar la distancia, y con cubrebocas. (Ojalá el partido lo haya visto el doctor López-Gatell para que vea que los internacionales sí confían en la protección).
Y lo más difícil fueron los festejos de gol que debido a las modificaciones no se podía festejar. Los que anotaban levantaban sus codos y los “chocaban” con sus compañeros y así celebraban la ventaja. Thorgan Hazard, anotó el tercer gol del partido entre su equipo, Borussia Dormund, y el Schalke 04, pero ni siquiera intentó festejarlo.
Emociones a medias que dejan al fútbol también a medias y a pesar del regreso, parece como si no hubiera un retorno.
Fotografía: Oncediario