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Los Niños Incurables, las otras víctimas del COVID-19

Al contemplar desde el exterior la fachada del Hogar de Nuestra Señora de la Consolación para Niños Incurables, en Tlalpan, nunca pasa por la mente las historias impactantes que se tejen al interior y que marcan al visitante.

Un pequeño mundo para 50 refugiados que hoy necesitan ayuda para su día a día, luego de que las contribuciones han disminuido por la pandemia del COVID-19.

La hermana Luz Dary es la administradora operativa. Desde 2004 recibió el llamado de la Congregación para trabajar en el hogar; sin embargo, en 2016 regresó para servir con amor a los niños que por sus capacidades diferentes son abandonados por sus familiares, muchos de ellos en el reclusorio, son de la tercera edad o simplemente no quisieron hacerse cargo de ellos.

«Yo siempre he dicho que este hogar es la antesala del cielo, aquí prácticamente viven desde que llegan y este es su hogar, su familia, su casa hasta que fallecen. En general contamos con trabajadores auxiliares y terapistas que en conjunto hacen un trabajo en beneficio de los niños.

Contamos con una población de 50 y entre ellos, prácticamente ocho tienen familia, pero de estas, solamente cuatro vienen a visitarlos y se hacen cargo», expresó en entrevista para Notimex.

Los pasillos, las jardineras, los salones, todo tiene un dejo de esperanza. En medio de sus necesidades, algunos les colaboran con medicamentos, pero la mayoría de las veces los encargados deben de buscar instituciones que les ayuden. «Es la parte más difícil porque son medicinas muy caras y son controladas».

Son niños y los menos, personas de la tercera edad con múltiples discapacidades: retraso mental severo y profundo y niños autistas, quienes son tratados por un médico general, un psiquitra, un odontólogo y enfermeras que se van rotando en tres turnos.

«Gracias a Dios que no desampara a nadie, siempre está con la Divina Providencia. Estamos tocando puertas poco a poco, pero ahí vamos en el día a día. En cuanto a las donaciones que hace la gente, en eso estamos carentes porque por necesidad se tienen que quedar en casa.

Sí ha disminuido la parte de entrega, de colaboración y los donativos y de verdad que sí nos vemos muy necesitados en esta parte porque aunque se paga todo, pues los niños siguen en su vida diaria, en su gasto de pañales, sus cremas, shampoo, desodorante, en el comer mismo que es una necesidad muy básica», añadió la religiosa.

Por su parte, Daniela López, directora administrativa, comentó que el apoyo ha disminuido en 40 por ciento y lo que más les preocupa es la dotación de pañales para niños y adultos; al mes gastan cerca de cinco mil piezas.

«Recibimos donativos en especie y en lo económico y así la gente nos ayuda. Desde una bolsa hasta cajas de pañales, que es uno de los productos que más utilizamos de manera mensual, además de la alimentación, gastamos cuatro mil 500 pañales entre los 50 niños que tenemos aquí, 33 utilizan pañales, necesitamos piezas para adultos y es un producto muy caro», dijo.

Fuente:

// El Porvenir

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: stafflostubos
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