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Carmen Aristegui y su (inmoral) ojito lloroso

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

“Llora, llora y mueve sus manitas…”

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En su libro En el enjambre (Herder, 2014, p. 11) Byung-Chul Han explica: “La shitstorm tiene múltiples causas. Es posible en una cultura de la falta de respeto y la indiscreción. Es, sobre todo, un fenómeno genuino de la comunicación digital”.

A nadie debería de sorprender las tormentas de mierda que son consustanciales a la comunicación de las redes sociales. En una u otra medida todos las padecemos. Desgarrarse las vestiduras y poner ojito lloroso ante los embates digitales es un ejercicio de victimización. No es la primera vez que Carmen Aristegui se victimiza, pero ahora añade la inmoralidad de usar a su hijo como escudo digital y como una manera de desviar la conversación.

Lo dice en su video al presentar la carta que una parte de su audiencia le envío y Carmen usa su expertice en estos menesteres para esquivar las críticas en su contra. No trata de responder puntualmente a los señalamientos que le hacen, trata de abusar de su hijo para que la discusión y el debate sea otro. Los periodistas recibimos toda clases de insultos, de bots y no bots, en esta época es parte del oficio. A veces quisiera que los insultos fueran inteligentes, pero ya no pido tanto.

El constructo para desenmascarar la “información”: desatender el tema central e imponer un tema aleatorio. ¿En la carta enviada a Carmen Aristegui se habla de su hijo? Claro que no, Carmen tendenciosamente introduce el tema antes de leer la misiva y provoca, entre sus compañeros de ruta (Article 19, Sergio Sarmiento, Denise Dresser, Enrique Krauze y los demasiados otros) un tema que no es el tema a deliberar.

Veamos:

¿Y los planteamientos centrales de la carta? ¿Respondió Article 19? No, desvió el tema, quiere imponer otra narrativa. Y, sin embargo, la carta es muy específica.

Carmen le pide a los abajo-firmantes que también se manifiesten sobre los linchamientos, sobre los ataques orquestados. No es el punto. Ahí empieza a provocar desinformación, a construir la narrativa alterna de que hay qué enfocarse en las agresiones de bots, no en los argumentos de la carta. El colmo es cuando “aprovecha” para tratar un tema recurrente, y que es falso, manejado desde la virulencia digital: hacer la aclaración –dice que no tenía por qué, pero lo hace– de que su hijo no es hijo de Emilio Zebadúa.

Si ese es un tema recurrente, Aristegui dixit, ¿por qué recurrir a él? ¿No estaba ya agotado? Lo hace para no hablar de lo esencial: la crítica puntual y certera de la carta de marras. ¿Es un tema que importa a la vida pública de la nación? No, pero Carmen Aristegui lo quiere volver central a partir de la shitstorm.

Lo que habría que investigar, en todo caso, es la relación de Carmen Aristegui con David Ramírez, exdirector de Article 19 y ahora coordinador de comunicación de Mexicanos en Contra de la Corrupción y la Impunidad. Habría que indagar los tentáculos de Claudio X. González Guajardo con el NYT y con medios de comunicación y articulistas nacionales.

¿Quién mece la cuna en contra del combate a la corrupción en Notimex?

Menos lagrimitas y más investigación, Carmen.

Fuente:

Vía / Autor:

// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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