Es a través de planes de continuidad de negocio como se busca que las empresas de la cadena de suministro de alimentos continúen en momentos como el que se vive con la Fase 3 del Covid-19, aseguró Ricardo Alvarado, director ejecutivo de riesgos de Lockton México.
Explicó que esos planes de continuidad no son otra cosa que los procedimientos que deben guiar a las empresas para «responder, recuperar, reanudar o restaurar la operación ante una interrupción o un evento que modifique tu operación normal».
En entrevista con Notimex, el directivo contextualizó que al iniciar la cuarentena, en la Fase 1, mucha gente compró productos básicos como nunca, debido a un efecto de pánico, y lo único que ocasionó fue alterar los procesos productivos y de entrega de bienes, en este caso alimentos.
Ante ello, el consultor privado de seguros ofreció la consultoría de riesgos a las empresas de la cadena alimentaria para contar con las mejores prácticas de continuidad operativa, aun cuando un eslabón de la cadena se debilite o se rompa.
Ejemplificó que se pudo identificar, antes del inicio de la cuarentena, un foco de compras aceleradas y el plan de contingencia se ejecutó para incrementar la producción de alimentos o de materia primas que se necesitaban y con ello surtir y satisfacer la demanda que «va a ocurrir en el corto plazo».
Insistió en que lo que hacen es ayudar a las empresas a estar preparadas ante eventos que modifican su operación.
Dada la enorme relevancia, la cadena de suministro de alimentos enfrenta constantemente desafíos para garantizar la seguridad y el abasto oportuno, por lo que ahora en plena Fase 3 por coronavirus, las complejidades de esta actividad esencial son aún mayores, por lo que se hace indispensable anticipar sus escenarios de riesgo en los eslabones que componen la cadena, insistió.
De acuerdo con datos del INEGI, la industria alimentaria es una de las actividades que aportan mayores recursos a la economía nacional. Representa más de 23 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de la industria manufacturera y más de 3.69 por ciento del PIB nacional.
Los tres sectores que más contribuyen a la industria es la panadería y tortillas, con 32 por ciento, la producción y empacado de carne roja y blanca, con 22 por ciento, y la elaboración de productos lácteos, con 12 por ciento.
«Ante esta emergencia sanitaria, lo menos deseable es complicar aún más la situación. Por ello, hay que blindar a las empresas desde adentro, priorizando la salud de la fuerza laboral, asegurando estándares de calidad y de trazabilidad para un consumo seguro de los productos y diseñando planes alternos para garantizar la producción y la distribución en tiempo y en forma.
«Debemos actuar de forma rápida para fortalecer la cadena alimentaria y contrarrestar los efectos de pánico e incertidumbre que suelen presentarse en momentos de crisis», puntualizó.