Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
Beatriz Gutiérrez Müller tiene razón y no. Como madre, sí; como esposa del presidente constitucional de la República, no. Su palabra no sólo vale, pesa, aunque para algunos legitime y a otros deslegitime. Defender a su hijo Jesús de los chacales como Chumel Torres es loable, que su actitud se vuelva censura pública, por lo que representa, no funciona en una democracia.
Hay que tolerar la intolerancia (incluyendo a Chumel), porque debemos defender la libertad, aunque a veces o muchas veces sea libertinaje. Lo que no se puede tolerar es cuando la intolerancia transgreda las leyes. Si hacemos un recuento de la intolerancia, de anarquistas, izquierda y derecha, existe en la vida pública un homenaje a la manifestación pública no concedido, ganado por los ciudadanos. Sean las activistas del feminismo que provocan la Cuarta Ola, o los supuestos anarquistas que no son ni censurados ni reprimidos, o la derecha que se baja, no los calzones o sí, pero sobre todo los cláxones y hacen del ruido puro pedo.
Leo en SDPnoticias: “La titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Mónica Maccise Duayhe, confirmó la suspensión del foro ¿Racismo y/o clasismo en México?, debido a la polémica que causó el anuncio de la participación de Chumel Torres. El comediante es señalado por consolidar su carrera con la repetición de estereotipos racistas y clasistas que lastiman a México.
“En entrevista con W Radio, la titular de Conapred consideró que en estos momentos no existen condiciones para realizar el evento, por lo que esperarán al momento oportuno de retomar el debate”.
El
momento es ahora. Chumel no tiene ideas, tiene posiciones, tiene
quién le pague. La 4T debe aceptar todos los debates. Si los pierde,
si los ignora, es porque es pobre ideológicamente. Chumel no tiene
altura para debatir, su historia lo denuncia. Pero renunciar a
madrearlo no es consecuente. Que a las mañaneras asistan los
críticos, los adversarios ideológicos, también a todos los foros.
La democracia también es tolerar a los intolerantes, mientras no
cometan un delito de coacción física, y mientras la libre expresión
sea respetada. No es la razón de Estado, es la razón de ganar la
discusión.