Por: Obed Campos
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Augusto Monterroso
Para los perseguidores del complot hasta en la sopa: las puertas del edificio del Congreso de Nuevo León cerraron sus puertas, pero la institución no se va a ir a ningún lado.
Es cierto que esto le da más tiempo a Manuel González Flores, secretario de Gobierno de Nuevo León y al gobernador Jaime Rodríguez Calderón, quienes deben de responder por el escándalo de las “broncofirmas”, pero es un tiempo out.
¿O ya se disolvió el Poder Legislativo en Nuevo León? A que no.
Los diputados se tiran al suelo quejándose de que “sospechosamente” seis legisladores panistas y morenistas , de los 11 que integran la Comisión Anticorrupción dijeron que no iban a presentarse a la sesión de hoy, en la que se revisarían las penas en contra del gober y su secretario.
Poquito después, elementos de la Secretaría de Salud aplicaron sellos a las puertas del edificio legislativo, supuestamente por un brote de Covid-19 entre el personal del Congreso.
Pero el Congreso no se va a mover de ahí. El Poder Legislativo sigue siendo el contrapeso ¿o no? de los otros dos poderes en el estado.
¿O por la madrugada de hoy cambiaron las cosas y no nos dimos cuenta?
Los diputados, si tienen voluntad, pueden proseguir con el “broncojuicio” en cuanto les abran las puertas del Congreso…
Y si no, debe de haber alguna figura para que ejerzan su trabajo aunque sea sentados bajo de un árbol.
El fuero no se los quita nadie.
¿Para qué dar tanto brinco estando el suelo tan parejo?
