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Por: Obed Campos

Dos hechos de este viernes temprano demuestran que la teoría de “abrazos y no balazos” para enfrentar la delincuencia no funciona.

El apreciado jefe de la policía de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, resultó lesionado en un atentado que operaron contra él unos 25 delincuentes, quienes iban armados hasta los dientes y entre sus equipos, usaron bloqueadores de señales para evitar que los atacados pudieran pedir refuerzos.

El atentado, sabrá Dios desde cuando se estaría preparando, pero comenzó a fraguar a las 4 de la mañana, cuando, de acuerdo a un video, los sicarios llegaron a bordo de un camión de carga a Paseo de la Reforma.

Ya dije que iban armados hasta los dientes, pero cabe resaltar que entre sus armas figuraban los poderosos rifles Barret, del descomunal calibre .50.

Por mala fortuna cayeron muertos dos de los escoltas del jefe policíaco y una infortunada mujer que acertó a pasar por el lugar equivocado en el momento equivocado.

No se ha dicho que tan graves son las heridas de García Harfuch. Lo que ha trascendido es el valor con el que repelió la agresión.

En tanto, entre un tramo de la carretera Zacatecas-Durango, a la altura de Fresnillo, se encontraron agrupados 15 cuerpos sin vida, esto sobre la carretera federal 45.

Otros 10 cuerpos fueron localizados en el mismo estado, pero no en la misma zona, 4 en la comunidad Río Florido y 6 más en el municipio de Juan Aldama.

Ninguna nación del mundo que haya enfrentado el fenómeno de la delincuencia ha tratado con paños de seda a los malhechores.

A todos los delincuentes, respetando sus derechos (porque sabe qué, ellos sí tienen derechos, no como sus víctimas) se les puede someter aplicándoles todo el peso de la ley.

No digo que México sea tierra de nadie, pero qué cerca estamos. Lo que sí es que con buenas intenciones y amor no se va a arreglar esta situación.

De buenas intenciones está asfaltado el camino del infierno.

obed@sdpnoticias.com
@obedc

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Vía / Autor:

Obed Campos

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Autor: stafflostubos
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