Por Eloy Garza González
Hasta ahora, la alianza de gobernadores en contra del presidente López Obrador iba en caballo de hacienda. Marchaban bien amarrados entre ellos, aprovechando la pandemia, y la disputa por las políticas sanitarias, para formar un frente opositor de cara a las elecciones locales y federales de 2021 donde estarán en juego 15 gubernaturas y 500 escaños de la Cámara de Diputados.
Los gobernadores de la alianza federalista decidieron juntarse todos los viernes en encuentros semipúblicos, en la raya de la provocación; reuniones para presionar sobre la reforma al Pacto Fiscal, que les acarree más recursos a sus Estados, más agua a su molino y que obligue a AMLO a dialogar con ellos.
Pero también la mala suerte cuenta en política. No todos los gobernadores del bloque opositor pueden aterrizar las propuestas del bloque en sus estados, porque no tiene el control de sus congresos locales. Incluso el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, el Bronco, tiene pendiente un juicio que ya tiene mucho de farsa y mascarada, pero que lo ha puesto contra las cuerdas, obligándolo a hacer concesiones a otras fuerzas locales y nacionales.
Por su parte, el gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodriguez, tiene desatada la narcoviolencia. Y para arreglarla ocupa forzosamente acuerdos de seguridad pública con el gobierno federal. Y dar su brazo a torcer.
Luego, para acabarla de amolar, al gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca le pegó el coronavirus. Las reuniones de gobernadores tendrán que hacerlas vía zoom, y así no producen el mismo efecto.
López Obrador primero les respondió al pelotón de gobernadores con indiferencia. Pero en últimos días, decidido a apagar el fuego de la alianza entre gobernadores rebeldes a cubetazos de dinero, aceptó conciliar. Así opera la política mexicana. Antes y con la 4T.
Ayer el presidente anunció que les destinará 20 mil millones de pesos. Pero no es a cambio de nada. Espera que se aplaquen, que giren en torno a su órbita. Como señal de trato, el presidente se fue de gira a Jalisco para negociar con el atrabancado de Enrique Alfaro y a Guanajuato, con Diego Sinhue, tan azotado por los altos niveles de violencia en su entidad. Fumó con ellos la pipa de la paz. Les está partiendo el espinazo a la alianza opositora con garrote y zanahoria. López Obrador vuelve a tomar el control de los estados desbalagados y tiende puentes de entendimiento y templanza con unos sí y otros no. Divide y vencerás. Concilia con unos sí y con otros no. Lo único cierto es que los gobernadores en bloque disidente deberán diseñar una nueva estrategia de cara a las próximas elecciones de 2021. Tienen el tiempo en contra.