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Por Félix Cortés Camarillo

Escarcha de leyenda

Que bulle en mis pesares

Incienso del recuerdo

Quemado en mis altares

Agustín Lara, Cabellera Blanca

Desde que tengo memoria he profesado y publicado mi convicción de que la cultura de un país no se mide por las piezas arqueológicas que su territorio aloje, las piezas musicales o poéticas que sus ciudadanos hayan creado, o las magnas pinturas que hayan nacido en su seno. Para mí, la cultura de un país debe medirse por la atención que dedica a los dos extremos de la línea de vida: sus niños y sus viejos.

No lo recuerdo como ficha retórica: siempre ha sido una denuncia de que este país de las grandes pirámides, los portentosos murales, la música incomparable de nuestros compositores, de la Piedra del Sol y de la Muerte Sin Fin, ha sido permanentemente un país inculto que todos los días le queda a deber a los niños de la calle que me encuentro en cada crucero pidiendo limosna -enviados y controlados por sus propios padres- o veo a los viejos desvalidos, unos mendicantes y los de mejor suerte abandonados por sus familias en asilos cruentos, nidos de soledades.

La cultura popular nuestra, esa del cine de la época de oro y esa de las canciones de Lara, ha sido cómplice de ese desaguisado: lacrimosa compasión en blanco y negro quemando copal ante la foto de Sara García.

Dicho esto, pocos argumentos tendría yo en contra de la iniciativa presidencial para modificar un sistema de pensiones ineficaz y muy seguramente corrupto. Supuestamente, la iniciativa habrá de reducir el número de años tiene que trabajar para jubilarse, a quince años. Un soberano absurdo demagógico y populista. Por eso no puedo unirme al aplauso de las focas de circo.

El tema de las pensiones no es exclusiva de nuestro país. El mundo entero está buscando solución al enemigo que acecha en el futuro: no va a tener dinero para mantener a sus viejos.

La ecuación es simple, y por eso es universal. Todos los países tienen, y van a tener, cada año menos jóvenes que trabajen y con sus impuestos generen erario: la tasa de natalidad de Europa no pasa de un huerco por pareja. Nos vamos aproximando. El progreso de la medicina -Dios Bendito- hace que los viejos vivamos más de los 77 años pronosticados y la pirámide demográfica cambia para que los mayores a mantener sean más que los jóvenes que tienen que mantenerlos. Si al discutir la ley de pensiones los legisladores mexicanos le hacen el caldo gordo al presidente López -y se lo van a hacer, como de que no- el número de jubilados se irá a las nubes: ahí donde el dinero reside solamente en sueños. Cada vez habrá más viejitos, viejorrucos y adelantados que se van a formar a la ventanilla del IMSS, el ISSSTE, Petróleos o quien sea para reclamar un derecho, que va a ser legal, y si nos descuidamos, constitucional. A ver de donde salen los dineros.

PREGUNTA PARA LA MAÑANERA PORQUE NO ME DEJAN ENTRAR SIN TAPABOCAS: Con todo respeto, Señor Presidente, ¿cuántos ases le quedan en su baraja para que le renuncien imposibilitados ya de aceptar dócilmente sus decisiones mal fundadas?

‎felixcortescama@gmail.com

Fuente:

Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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