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Medidas malintencionadas de Manuel de la O en Nuevo León

Por Eloy Garza González

Manuel de la O acaba de tomar la peor de las decisiones. Pretende suspender todo el comercio y la actividad productiva en Nuevo León, en aras de librarnos supuestamente de la pandemia. Sin embargo, saldrá peor el remedio que la enfermedad. Y les voy a explicar porqué.

Si el gobierno estatal evita que la gente haga sus compras navideñas de aquí al 21 de diciembre (es decir, los próximos tres fines de semana), ya verán las aglomeraciones en tiendas, jugueterías, ferreterías, mercados rodantes y centros comerciales, días antes de Noche Buena. Se volverá un espantoso caos urbano que ningún inspector podrá detener.

Y algunos me responderán: pues que la gente salga a comprar sus regalos navideños entre semana. Cosa absurda si recordamos que los nuevoleoneses productivos solemos trabajar en horarios laborales normales. ¿A qué hora iremos a surtir despensa y a comprar los preparativos de Navidad que todo mundo hace en estos días?

Algo similar sucede con la compra de alcohol, porque Manuel de la O ya decretó (por sus pistolas) la Ley Seca los fines de semana. Que nadie se preste a engaño. Si la gente no puede comprar cerveza en los comercios permitidos, los comprará en los comercios ilegales. Es decir, en los depósitos clandestinos o en los “after hour”. Quien diga que miento, no conoce la urbe de noche. Hasta servicio a domicilio tienen.

Y ya sé lo que estará pensando el lector: lo lógico es que la autoridad se pusiera más estricta con esos comercios ilegales: la pandemia sería un buen momento para meterlos al orden. Sin embargo, esto no pasa en la realidad. Y es que bastaría con que la autoridad suspendiera los bares que no tienen permiso de venta de alcohol (más del 70% en Nuevo León) para alinear al sector restaurantero.

Pero la autoridad prefiere multar a los bares y restaurantes por exceder el 30% de sus comensales (un porcentaje imposible de definir en la práctica), para cobrarles 500 mil pesos legalmente y (a veces) moches de 150 mil pesos. ¿Cuántos comercios creen que se cierran cada semana con ese pretexto legal? Más de cien, desde hace nueve meses, que iniciaron las suspensiones temporales y definitivas en Nuevo León. La medida no es de salud, sino de vil recaudación, como por fin se atrevió a denunciar públicamente Jorge Muller, presidente estatal de la CANIRAC.

¿Qué debió hacer entonces de verdad Manuel de la O para cuidarnos de la pandemia? Usar el sentido común. No reducir sino más bien ampliar el horario de venta en establecimientos comerciales, con acceso controlado al público.

También se debió incapacitar a todos los empleados en potencial riesgo (diabetes, enfermedad cardíaca o por ser mayores de 60 años) para que no asistieran a sus trabajos. Y que esos días de incapacidad se los compensara el IMSS.

Pero ya se ve que algunas medidas contra la pandemia no se decretan para proteger a la gente del Covid-19, sino para cumplir con ese viejo refrán: a río revuelto, ganancia de pescadores.

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// Eloy Garza González

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Autor: stafflostubos
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