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Por Francisco Tijerina Elguezabal

Pido de antemano disculpen por tratar aquí un asunto familiar y personal, pero no puedo soportar la rabia, el encabronamiento y el abuso de quienes hoy manejan una marca que fue orgullo de Monterrey y hoy arrastran por el suelo su nombre e historia abusando de sus clientes.

Hace algún tiempo tras tener una vida normal por más de 40 años, mi hermano Gilberto de pronto empezó a perder fuerza y movilidad en sus piernas; estudios, análisis, tratamientos, operaciones y nada ha podido resolver su padecimiento por el cual hubo de cambiar su estilo y forma de vida para vivir atado a una silla de ruedas.

Adaptándose a su nueva circunstancia consiguió una silla de ruedas eléctrica con la que se desplaza en su hogar y hasta va al Oxxo; como todo y con el uso la silla comenzó a fallar y determinaron que eran las baterías, por lo que buscó a “los especialistas” que LTH para que le recomendaran unas nuevas y las instalaran.

El “especialista” de LTH determinó que las baterías que podían instalarse en la silla de ruedas eran unas “de podadora” y procedió a su venta e instalación. En ese momento mi hermano le cuestionó que las nuevas no eran de gel y sí las originales, pero dijo que no había problema, que con esas funcionaría sensacional.

Pasaron dos meses y de nuevo la silla se paró. Llamaron de nuevo a LTH para pedir atención y obvio la garantía y el técnico dijo que estaban totalmente descargadas, que seguro era el enchufe cargador, por lo que habría que llevarlas a una “carga lenta”. Mi hermano mandó verificar el enchufe y este funciona correctamente, al día siguiente regresaron con las baterías recargadas y funcionaron otras dos semanas para volver al mismo lugar.

Desesperado, mi hermano buscó otra opinión con un técnico de sillas de ruedas y este le informó que esas no eran las baterías que su silla requería, que eran reconstruidas (se las vendieron como nuevas), que estaban en corto y que ya habían provocado también un corto circuito en el motor de su silla.

Nueva llamada a LTH y la persona que atendió el teléfono le dijo que eso había ocurrido por ponerle baterías que no corresponden al uso requerido, que necesitaba unas “de gel” y que a las nuevas que comprara tendrían que cambiarle el casco para que pudiesen funcionar. En ese momento a Gilberto le salió el león que trae dentro y le reclamó que el técnico que le instaló las que les compró a ellos se llevó las baterías viejas y la respuesta del otro lado del aparato fue: eso dice usted, a mí no me consta.

Al final mi hermano está sin silla y sin baterías gracias a la pésima atención y abusos de una empresa que, reitero, hace algunos años era orgullo de Nuevo León y hoy son una verdadera vergüenza por abusadores y tranzas.

Ojalá que desde el técnico que le vendió e instaló las batería patito, pasando por los operadores de ventas y llegando hasta los dueños de LTH, pasen una excelente Navidad y espero que cuando estén abriendo sus regalos por su mente cruce que un hombre está padeciendo por sus abusos y pésimo servicio.

Se los deseo de todo corazón.

ftijerin@rtvnews.com

Fuente:

Vía / Autor:

// Francisco Tijerina

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Autor: stafflostubos
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