Por Obed Campos
Un buen amigo me dijo ayer que me fijara, no en las larguísimas filas de autos de quienes buscan, hasta por siete horas que les hagan las pruebas del Covid-19, sino en las otras largas filas que nadie ha documentado y que se dan en los expendios de tanques de oxígeno.
De los que están en sus carros, una buena parte no está enfermo aún, mientras que los que buscan el oxígeno, es que ya tienen un infectado, al menos en su casa.
¿Es necesario poner esta comparativa con peras o manzanas o nos queda claro? “La verdad está allá afuera”, como rezaba el espeluznante slogan de la serie de ciencia ficción de los Expedientes Secretos X.
Y así, mi amigo insiste que hay que olvidarnos de las “pruebas para todos”, los “otros datos de los otros datos”, y la mezquindad en que han caído nuestros políticos en pos de la guerra por las vacunas, que más bien es una guerra por votos.
Con esas filas se hacen de lado los semáforos de salud a modo, y la monsergas oportunistas de Manuel De la O y el cinismo de Hugo López-Gatell, quien aun no se cambia las bermudas.
“Las cifras reales son las de los hospitales saturados y la espeluznantemente estable cantidad diaria de muertos en Nuevo León. Esas cifras son la verdadera dimensión local de la epidemia, lo demás es pura política, una política criminal además” escribe mi cuate.
TRISTE DÍA DEL PERIODISTA
Uno de tantos “días del periodista” que se celebran en México tuvo lugar ayer, aunque con tanto muerto por Covid-19 y asesinado en el medio, yo no veo que haya mucho qué celebrar.