Por Félix Cortés Camarillo
En el año de 1965, durante una temporada trabajé de bracero. Junto con un compañero de generación universitaria, Luis Turiansky -judío uruguayo- lavamos platos en un restaurante de menú caro, en Estocolmo, Suecia. Tanto en el lugar de trabajo como en toda la ciudad, entramos en contacto con una gran cantidad de trabajadores migrantes que habían salido de su país, que no podía darles trabajo, para mandarle a sus familias dinero para que subsistieran en lo que entonces llamábamos los periodistas «la España de la castañuela y la alpargata».
Apenas comenzaba el descenso del franquismo, que no había podido restañar las heridas que la Guerra Civil le había dejado a su país -heridas que siguen medio abiertas- para poder iniciar la recuperación económica que le ha llevado al lugar en que se encuentra hoy.
Dentro y fuera de España todos coincidíamos en que el fenómeno de los trabajadores migratorios españoles era una de las manifestaciones del fracaso del franquismo como gobierno: no era capaz de darle trabajo a sus paisanos.
México tiene millones de paisanos trabajando en los Estados Unidos; en lugar de reconocer esto como un fracaso de la economía mexicana desde los años cincuenta, el presidente López lo presume como un logro de su gobierno. Solamente ayer, en la mañanera, se aventó el pronóstico sin duda cierto, de que los envíos de remesas de los trabajadores migrantes durante el año 2020 superaría los 40 mil millones de dólares. Novecientos mil millones de pesos, dijo López Obrador. Así se activa el consumo y se alivia la crisis económica.
El presidente López se refirió ayer a otro espinoso asunto, el del apagón del 28 de diciembre, en cuya explicación la CFE emitió un oficio falso firmado por protección civil del estado de Tamaulipas, atribuyendo la suspensión de la electricidad a un incendio pampero.
El propio director general de la CFE reconoció que el documento era falso. El propio presidente López lo reconoció así. Los dos coincidieron en que documento falso o no, el incendio estuvo ahí. Y que ese había sido la causa del apagón.
Esto último pasó a la irrelevancia.
Lo importante es que el presidente López le dio la vuelta a la tortilla y señaló que el haber reconocido que el documento era apócrifo era una virtud de su nuevo régimen. La democracia, dijo, consiste en eso: confesar sus culpas.
Más bien los dos ejemplos nos dicen cómo entiende el presidente López la democracia: es la capacidad de transformar los vicios privados en virtudes públicas.
SUGERENCIA para la mañanera, porque no me dejan entrar sin tapabocas: con todo respeto, Señor Presidente, si le hacen falta argumentos para defender al doctor López-Gatell, el vacacionista, solamente recuérdele a esos pinches neoliberales fifís, que la playa oaxaqueña de Zipolite es oficialmente la única playa nudista en México, y que su gurú de la pandemia nada más se quitó el cubrebocas.
Que poco usa, por cierto.
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