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Por Félix Cortés Camarillo

But I was a fool

Playing by the Rules…

ABBA, The Winner Takes it All

            Cuando el presidente López designó a Rosario Piedra Ibarra a la cabeza de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, los ingenuos fifís neoliberales que observamos lo que pasa en nuestro país, creímos que se trataba de un premio de consolación familiar para su madre Rosario Ibarra, porque su hijo Jesús, miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre, sigue desaparecido después de más de 40 años que fuera detenido en Monterrey. A Rosario Ibarra de Piedra el gobierno le había concedido, en 2019, la muy manoseada medalla Belisario Domínguez.

            No pareció suficiente.

            Estábamos naturalmente equivocados. La designación de la hermana del guerrillero desaparecido, con toda la ignorancia, incapacidad y falta de prestigio para el puesto que le estaban regalando, era solamente un movimiento en el ajedrez político de Andrés Manuel López Obrador, que le está ratificando en la posición de presidente autócrata de nuestro país. El nombramiento había venido prácticamente aparejado con la toma legal del cuerpo legislativo por Morena.

            El juego es inteligente y se está ejecutando con habilidad.

            Cada mañana, el presidente López arremete sin argumentos fundamentados, en contra de todos los organismos autónomos que a este país le ha costado tanto trabajo construir en su lento camino hacia la democracia. Abiertamente anticipa el envío a su Congreso de las iniciativas de reformas a la ley para desaparecer a una serie de instituciones que le resultan estorbosas. Los organismos autónomos, en su virtuosa función de ser equilibrio y control de los actos del Ejecutivo, son muy molestos para quien quiere ser el ganador que se queda con todo, como dice la canción del grupo ABBA.

            Se trata de instituciones tan serias como el INEGI, que con sus duras y honestas cifras recopiladas, contraviene el constante e incierto «yo tengo otros datos» que pretende  descalificar a la molesta e incesante realidad. El INEGI está en la mira destructora del presidente López. Inmediatamente después está el INAI; gracias a su existencia, los medios pueden solicitar al gobierno que proporcione información sobre sus operaciones sospechosas, como el costo de las pipas durante la escasez de gasolinas o los contratos de compra de las famosas vacunas en contra del Covid-19. Nadie sabe nada, ni debe saber de estos temas. Al presidente López no le gusta la transparencia.

            En la mira de los organismos autónomos a ser destruidos sigue inmediatamente después el IFETEL, encargado de supervisar las decisiones concernientes a radio, televisión telefonía y comunicaciones en todas las formas, principalmente. Luego el instituto que vigila la competencia para evitar monopolios como el de Pemex o la CFE. Luego está la Comisión Reguladora de Energía, que ni siquiera es autónoma pero sí un obstáculo en la carrera política de la señora Rocío Nahle.

            La joya de la corona autócrata está programada en la desaparición del INE -renombrado corrupta y arbitrariamente a partir del IFE- y regresar a los años setenta, en que las elecciones en nuestro país eran organizadas, realizadas, vigiladas, chapuceadas y decididas por la Secretaría de Gobernación.

            Todo para el ganador, no cabe duda.

PREGUNTA para la mañanera, porque no me dejan entrar sin tapabocas: Señor Presidente ¿juega usted golf? Maralago, allá en Florida, lo va a esperar a partir del 19 de enero. ‎

felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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