Por Félix Cortés Camarillo
En el fragor del vapuleado mayor evento deportivo y mediático de los Estados Unidos, la organización profesional del futbol americano, la NFL, le ofreció al presidente Biden los treinta estadios que sus equipos afiliados poseen en todo el país para implementar centros de vacunación en contra del Coronavirus. España comenzó ayer mismo a armar una inmensa red de vacunación masiva para comenzar a aplicar las doscientas mil primeras dosis de Astra Zeneca que comenzaron a llegar ya. Los países europeos están siguiendo medidas semejantes para achicar los retrasos de abastecimiento que la enorme demanda y los confusos resultados de fabricación de vacunas han ocasionado.
En México, el dilema más repetido de mis paisanos es morirse de la enfermedad o morirse de hambre ante los estragos que el mal manejo de la pandemia le ha ocasionado a la economía: cualquier recorrido por nuestras ciudades dará cuenta de la enorme cantidad de pequeñas empresas que dejaron vacíos los locales que rentaban, dejando una secuela de damnificados encabezados por los empresarios, sus empleados y los dueños de sus sedes que no solamente no pueden cobrar más sus rentas ni encontrar nuevos inquilinos.
Dejo fuera de este recuento a la industria restaurantera, que a la fecha no ha podido recuperar su ritmo habitual de operación -ni lo va a recuperar este año o el que sigue- por el pretexto idiota de que las mesas de dos o cuatro personas, a prudente distancia y con las debidas precauciones son foco de contagio. Mientras los negocios de comederos y emborrachadurías siguen quebrando y mandando a sus empleados al desempleo o la delincuencia, los que todavía pueden conservar un empleo se apretujan en el insuficiente transporte público de todo el país, que son verdaderos focos de contagio.
El asunto es muy sencillo. Desde el surgimiento de la pandemia el presidente López tomó la decisión de politizar su trato. La desinformación o la información plagada de mentiras ha estado presente, para que no haya duda, todos los días en las llamadas conferencias de prensa a mañana tarde y noche.
Lo único que podemos saber con certeza es que el sistema de programación de las vacunas debutó con dos días de fallas insolubles y que cuando se restableció su programa todas las instancias médicas confiesan que no hay vacunas disponibles, pero que ya vienen en camino, de Moscú, Beijing, Londres, Buenos Aires o los Estados Unidos.
Eso sí, las brigadas de vacunación ya están integradas por doce miembros. A saber, dos del personal médico, que son los únicos que van a aplicar las vacunas, cuando lleguen y si es que llegan. Cuatro soldados, cuya misión es incierta; dos voluntarios, que nadie sabe qué hacen y cuatro «servidores de la Nación», propagandistas electorales que están llamando a los potenciales beneficiarios para registrarlos y sumar al probable padrón electoral de junio.
Sólo faltan las vacunas.
O morir de amor por la Patria.
PREGUNTA para la mañanera, porque no me dejan entrar sin tapabocas: señor Presidente, ¿cómo le hago con mi cuenta de luz? ¿Aflojo un foco, le pido a mi diputado federal que vote en contra de su -de Usted- contrarreforma de ley energética, o emigro a Tabasco para que me condonen el adeudo?
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