Por Félix Cortés Camarillo.
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La principal herida que la tragedia enorme del metro camino a Tláhuac en la ciudad capital tiene tantos brazos que un pulpo no me resulta suficiente.
Por encima de todo el centenar o más de familias víctimas en grado diverso del «incidente», que dicen las autoridades. Las familias de los muertos y heridos, que no solamente sufren la pérdida de un ser querido o el impacto que en su salud mental y económica significa sacar a otros de su vida habitual y de su necesaria aportación al patrimonio familiar.
Hay repercusiones económicas, desde la afectación a los ingresos de tantas familias, hasta el costo que la investigación de las causas de la tragedia y su reparación o el posible o no rescate de la línea dorada de Marcelo Ebrard. La tremenda frustración que la ausencia del presidente López en la escena del desplome, que tantas veces fue advertido por técnicos y trabajadores, deja en los mexicanos; nos recordó a la ausencia de tres días del presidente Miguel de la Madrid en aquel septiembre de 1986 en la Ciudad de México. Los mexicanos, justamente, se sintieron abandonados por las dos instancias que hasta ese momento habían gobernado sus vidas: el señor presidente y el Canal 2 de televisión.
Ahí comenzó realmente el cambio político de México.
Existe luego el uso político que todos los factores interesados en la lucha por el poder le han dado a este suceso. Ha quedado perfectamente claro que, si los responsables se determinan, como dicen los políticos, «hasta las últimas consecuencias», todas las flechas apuntan hacia los dos consentidos del presidente López para la continuidad de su mandato: Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. Y alguien tiene culpa en las fallas estructurales, de mantenimiento, de operación, de reparación, y en la indolencia como fueron atendidas.
El desplome del tren urbano del otro día es un parteaguas para la cuarta simulación en período electoral. Si el sacrificio pascual recae en funcionarios menores de la administración del Distrito Federal, sea en el 2012 o el 2018, su sacrificio será una muestra clara del cinismo que nos gobierna. Aunque ese cordero pascual se llame Mario Delgado y haya sido el director de finanzas del gobierno de Ebrard, o la actual directora general del Metro. No basta. Pero aquí sabremos que, aunque en los afectos cercanos a López Obrador todos son iguales, hay uno más igual que otros.
Pero hay un aspecto oculto que me inquieta hoy. Las cifras oficialmente difundidas afirman que ayer por la tarde todavía había más de 20 víctimas que no se encuentran. Nadie sabe, nadie supo, si viven o murieron. Simplemente no están. Son el gran ausente en esta palinodia.
Del sismo capitalino de 1986 nadie nos ha podido dar una cifra exacta de víctimas. ¿Cómo se pueden perder, en la bruma de la política mexicana, 20 seres humanos?
CANTALETA (HASTA EL 6 DE JUNIO): Dice Catón: «un voto por Morena es un voto contra México». Yo añado: un voto por Morena equivale a un voto por Paco Ignacio Taibo II.