Por Eloy Garza González.
Diré una obviedad: las campañas electorales en Nuevo León no se dan de forma aislada, en una pecera. Habría que analizar el mosaico federal. Faltan 17 días para la jornada del 6 de junio donde se renovarán casi 20 mil cargos públicos: la Cámara de Diputados, 15 gubernaturas, 30 congresos locales y 1900 ayuntamientos. Los partidos con presencia nacional piensan en el rompecabezas completo, no exclusivamente en una sola de sus piezas por grandes que sean. Contra lo que creen las mentes provincianas, toda campaña local es nacional.
Generalmente en este último cacho del proceso se activa el voto útil: los que votarán por Morena y los que votarán por cualquier candidato, que vaya en segundo lugar, si puntean los de Morena. Sin embargo, estoy seguro que habrá mucho voto cruzado. En estas elecciones intermedias Morena alcanzará según yo, 227 escaños de los 500 en la Cámara de Diputados (45%, de las curules, es decir, menos que las ganadas en 2018), y alcanzará mayoría calificada con la ayuda de la chiquillada como el PT y el Verde.
Decía el Primer Ministro italiano Giulio Andreotti que el poder desgasta… al que no lo tiene. La frase es graciosa pero inexacta. El poder ha desgastado al partido del Presidente a dos años y medio de ganar la Presidencia. La Línea 12 ha desgastado al partido del Presidente (no tanto como pudo suponer una catástrofe de tal magnitud como esta de la Estación Olivos, con 26 muertos y 79 heridos, y cuyas pesquisas apuntan hacia Marcelo Ebrard).
¿Lo desgastará también la ofensiva legal contra Cabeza de Vaca, el gobernador de Tamaulipas a quien se le ha girado orden de aprehensión? ¿Contra los candidatos en Nuevo León Samuel García y Adrián de la Garza? Sin duda estos hechos erosionarán la imagen presidencial, pero no sabemos aún a qué grado; no sabemos si al punto de desplomar a Morena en las encuestas, a estas alturas, escenario ya improbable.
Mentira que estas confrontaciones abiertas contra la oposición, valiéndose de la FGR y la UIF, sean riesgos calculados de AMLO. Su audacia será eficaz sólo si gana los estados en disputa. François Mitterand decía que quien toma las decisiones públicas tiene que ser capaz de iniciar una confrontación, pero también tiene que ser capaz de evitarlas. ¿Es capaz AMLO de evitar una confrontación con el INE y los partidos opositores? Ya no.
Es muy probable que con la estrategia de enervada confrontación en curso, Morena gane 8 de 15 gubernaturas. No son buenas cuentas si recordamos que en abril tenía en la bolsa 10. Sin duda ganará Baja California y Nayarit. Es probable que se ponga en entredicho su triunfo en Campeche y Nuevo León, un Estado (el nuestro) que por su importancia empresarial es clave para las presidenciales del 2024.
Probablemente en Sonora se desbancará judicialmente en los próximos días (ya es marca de la casa) al priista Ernesto Gándara, el popular “Borrego”, quién le pisa los talones a Alfonso Durazo de Morena. Por otra parte, en estados como Michoacán, Zacatecas y Tlaxcala el triunfo de Morena será por la mínima, según las recientes encuestas nacionales de vivienda publicadas en estos días.
El Presidente ya da por perdidos estados como Chihuahua y Querétaro, predominantemente panista, desde 1997, a pesar de los problemas de salud del candidato del PAN Mauricio Kuri (sufrió un aneurisma ayer, del que ya fue dado de alta).
Hace apenas un par de meses, mis amigos de Morena me alardeaban de que en varias entidades su partido se llevaría carro completo. Lo dudé entonces. Ahora lo niego rotundamente. ¿Una posible ampliación del periodo del mandato presidencial si en estas elecciones se llevan el gato al agua? Seamos serios. Los ánimos están crispados: no especulemos con tonterías. Lo que sí es un hecho es que el Presidente designará a su sucesor. Y doble contra sencillo a que no será Ebrard.